10. JAMES ELLROY
En una etapa fecunda de su carrera, a los 65 años James Ellroy es considerado por la crítica como uno de los mejores escritores de novelas policiales. Y de Estados Unidos, en general. Sus libros más celebrados son los que conforman el cuarteto de Los Ángeles, publicados entre 1987 y 1992: The Black Dahlia (La dalia negra), The Big Nowhere (El gran desierto), L. A. Confidential (Los Ángeles Confidencial) y White Jazz (Jazz blanco).
La dalia negra fue llevada al cine por Brian De Palma en 2006 y L. A. Confidential derivó en la aclamada película de Curstis Hanson de 1997.
Los primeros libros de James Ellroy son Brown’s Requiem (1981), Clandestine (1982) y Killer on the Road (1986).
9. RAYMOND CHANDLER
El padre del detective Philip Marlowe firmó clásicos que redefinieron el género policial, como The Big Sleep, Farewell, My Lovely y The Long Goodbye. Raymond Chandler (1888-1959) también escribió el guión de la magistral Double Indemnity, de Billy Wilder, y conjuntos de relatos breves.
Otros libros de Chandler: The High Window, The Lady in the Lake, The Little Sister y Playback.
8. WALTER MOSLEY
El escritor afroamericano es un clásico contemporáneo por la serie de novelas policiales protagonizadas por el detective Easy Rawlins. Devil in a Blue Dress y Black Betty son dos de sus libros más destacados. Mosley es, además, ensayista.
Otros títulos de Mosley: Red Death, White Butterfly y A Little Yellow Dog.
7. DASHIELL HAMMETT
Entre los personajes más recordados de Dashiell Hammet se encuentran Sam Spade (El halcón maltés), la pareja de detectives Nick y Nora Charles (El hombre delgado) y el agente de la Continental (Cosecha roja). Falleció a los 66 años en 1961, con la reputación ganada de ser uno de los mejores escritores de la novela policial.
Como cuentista publicó $106,000 Blood Money, The Big Knockover y The Continental Op. El cineasta alemán Wim Wenders lo retrató en la película Hammett de 1982.
6. PATRICIA HIGHSMITH
La trilogía de Ripley es la obra cumbre de Patricia Highsmith: El talento de Mr. Ripley,La máscara de Ripley y El juego de Ripley. También escribió Extraños en un tren y Mar de fondo. Falleció a los 74 años en 1995, consagrada como maestra de la novela policial.
Las correrías de Ripley han sido llevadas al cine en cinco cintas. The Blunderer, The Cry of the Owl y People Who Knock on the Door son otros libros de Highsmith.
5. AGATHA CHRISTIE
La maestra indiscutible del suspenso. Su detective Hércules Poirot protagonizó decenas de libros. En su prolífica carrera, culminada con su muerte a los 85 años en 1976, publicó 66 novelas policiales.
Para teatro escribió, entre otras obras, Witness for the Prosecution (Testigo de cargo), basada en su propia novela homónima. La película de Billy Wilder, de 1957, es una obra maestra en la que brillaron Tyrone Power, Marlene Dietrich y Charles Laughton.
4. CHESTER HIMES
Chester Himes fue un autor afroamericano que ubicó sus historias en el Harlem. Murió a los 75 años en España. For Love of Imabelle, All Shot Up, The Big Gold Dream,Cotton Comes to Harlem y Blind Man With A Pistol son sus libros más logrados. Alcanzó reconocimiento desde los años 50.
3. JIM THOMPSON
1.280 almas ha sido catalogada como una de las mejores novelas policiales de las últimas décadas. La obra de su autor, Jim Thompson, fue revalorada desde su muerte en 1977.
Algunos de sus libros son: The Killer Inside Me, The Alcoholics, Savage Night y Wild Town. También escribió relatos.
2. ELMORE LEONARD
Elmore Leonard transitó entre el western y el policial. Get Shorty, Out of Sight,Hombre, Mr. Majestyk y Rum Punch, en el que se basó la película de Quentin Tarantino Jackie Brown, son algunos de sus títulos.
1 DENNIS LEHANE
A los 49 años, Denis Lehane ha firmado best sellers como Gone, Baby, Gone, Mystic River, Shutter Island, todos llevados al cine con éxito de crítica en la última década, bajo la dirección de Ben Affleck, Clint Eastwood y Martin Scorsese.
Fuente
lunes, 24 de agosto de 2015
sábado, 22 de agosto de 2015
Análisis de la novela "Cosecha roja"
INTRODUCCIÓN
“Novela policíaca, relato de misterio en el que se plantea un enigma criminal, por lo general un asesinato, investigado por una o más personas. El protagonista suele ser un detective o un oficial de policía y la narración se ofrece en primera o en tercera persona. El encargado de la investigación interroga a los sospechosos y reúne pruebas para reconstruir el crimen. El detective comparte con el lector las pistas que va encontrando, pero no revela su significado hasta el final de la novela.”
Biografía del Autor
Samuel Dashiell Hammett
“Nació el 27 de mayo de 1894 en el condado de St. Marys (Maryland, Estados Unidos). Hammett creció en las calles de Filadelfia y Baltimore. Sin una educación formal (dejó la escuela a los 13 años), trabajó en diversos oficios y en diferentes lugares del país: como mensajero para los ferrocarriles de Baltimore y Ohio, fue dependiente, fue mozo de estación y trabajador en una fábrica de conservas entre otros oficios.
En 1915, entró en la "Pinkerton's National Detective Agency" de Baltimore como detective privado, experiencia que le proporcionaría material para sus novelas. Hammett no solo contaba la historia, sino que también había vivido los hechos. Aprendió el oficio de detective de James Wright, un agente bajo, rechoncho y de lenguaje duro, que se convirtió en un ídolo para Hammett (y que más tarde serviría, supuestamente, como inspiración para El agente de la Continental). En Junio de 1918, abandonó Pinkerton y se alistó en la Armada, pero la tuberculosis que contrajo provocó su licencia médica en menos de un año. De hecho, Hammett sufriría de mala salud por sus brotes de tuberculosis y alcoholismo durante el resto de su vida.
Hammett fue un tipo enigmático y contradictorio. Mientras fue empleado de la famosa agencia de detectives Pinkerton entre sus tareas estaba la de romper huelgas de vez en cuando, aunque después se decantaría por una postura ideológica claramente de izquierdas. Su carrera literaria se produjo en poco más de una docena de años, en los que consiguió hacer respetable la nueva narrativa norteamericana de detectives.
Consiguió prestigio literario rápidamente con sus novelas entre 1929 y 1931. Las dos primeras, Cosecha roja (1929) y La maldición de los Dain(1929), le llevaron de inmediato a la fama y en El halcón maltés (1930), su novela más famosa, aunque se discute si la mejor, en la que dió vida a su personaje más conocido, Sam Spade, fue la pionera del estilo de novela negra policiaca. Gran parte del éxito de la novela se puede atribuir a la adaptación para el cine de 1941 dirigida por John Houston y protagonizada por Humphrey Bogart.
También fue el responsable de la creación de El agente de la Continental (1924) y El hombre delgado (1934), la novela que presentó el matrimonio de detectives Nick y Nora Charles al mundo, personajes que se convirtieron en la base para una serie de famosas películas. Fue el inventor de la figura del detective cínico y desencantado de todo. El agente de la Continental de Hammett apareció en unas tres docenas de relatos, algunos de los cuales fueron la base de las novelas Cosecha roja (Red harvest, 1929) y La maldición de los Dain (The Dain curse, 1929).
Corrían los tiempos del nacimiento de la novela negra, un movimiento literario en que se adoptaba el enfoque realista y testimonial para tratar los hechos delictivos. Fue el fundador de tal corriente y su más egregio representante y destacó sobre todo por su realismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su diálogo, así como por el impacto con que se desarrolla el argumento, que supone la descripción gráfica de actos brutales, y por las actitudes sociales hipócritas y cínicas. Demostró asimismo que también en este género se pueden denunciar las corrupciones políticas y económicas, aunque nada de todo esto está reñido con el humor, y su novela El hombre delgado (The thin man, 1934) es un ejemplo de ello. En el escritor español Manuel Vázquez Montalbán pueden seguirse sus huellas. No sólo gozó del reconocimiento popular, también críticos serios elogiaron su trabajo. Varias de sus novelas fueron más tarde adaptadas a programas populares de radio y al cine, y también escribió guiones en Hollywood y su nombre apareció en los créditos de una serie de shows de radio que utilizaron sus personajes, como el de Alex Raymond, detective privado/espía que apareció en la tira de cómics Secret Agent X-9 (1934).
Pero en 1934, con la publicación de El hombre delgado, su última novela, la carrera de Hammett como escritor estaba casi acabada y se puede afirmar que no escribió nada verdaderamente importante después de esa fecha (no volvió a escribir novelas, sólo relatos cortos). El anterior otoño había conocido a Lillian Hellman, lectora de guiones que tenía la ambición de convertirse en dramaturga, y se embarcaron en una larga y tumultuosa relación, que duraría casi treinta años.
Reconocido como izquierdista, en 1951 pasó seis meses en la cárcel por "actividades antiamericanas" (en realidad por rechazar atestiguar en el Civil Rights Congress contra cuatro comunistas acusados de conspirar en contra del gobierno de los Estados Unidos). En 1953, volvió a rechazar contestar a preguntas del comité del senador José McCarthy's.
También escribió bajo los seudónimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Samuel Dashiell y Mary Jane Hammett.
Murió el 10 de enero de 1961 en Nueva York.”
“Cosecha roja se publica por vez primera en 1929, en una época en donde la novela policíaca parece perfectamente codificada, con la preeminencia de unos detectives -caso de Sherlock Holmes- que deducen, con el uso de la razón, todos los hechos del delito hasta descubrir al criminal y sus motivaciones. Son novelas narradas en tercera persona que Hammett rompe con Cosecha roja.
Con Cosecha roja, Hammett, en palabras de Raymond Chandler "restituyó el crimen a su lugar natural: la calle", inaugurando una nueva forma de abordar el genero policiaco, hoy conocido como novela negra, caracterizado por una visión realista de la sociedad, donde el protagonista tiene un carácter duro, violento, con escasos pero férreos valores morales, y está dotado de un cinismo que raya en la crueldad. Rasgos todos ellos enmarcado en una época donde se vislumbra, a partes iguales, el deterioro social que viene de la posguerra y las consecuencias del crack de 1929.”
CARACTERÍSTICAS LA NOVELA
“Cosecha roja es una novela escrita en primera persona, hasta el punto de que desconocemos siquiera el nombre del protagonista. Se conserva la base del género, el crimen y la investigación, pero ese crimen no es un accidente que trastoca el orden, sino que es un peldaño más dentro de una escalera de corrupción. Esta utilización de la primera persona tiene mucho más significado que el aparentemente derivado del estilo, puesto que rompe con la utilización de la tercera persona con la que el narrador era el que, cuando lo venía oportuno, agregaba pistas y claves para avanzar la acción.”
“Hammett destaca sobre todo por su realismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su diálogo, así como por el impacto con que se desarrolla el argumento, que supone la descripción gráfica de actos brutales, y por las actitudes sociales hipócritas y cínicas”
Es así como el leyente califica al investigador como “bueno”, ya que se mueve entorno a lo que él ve y siente. A pesar de esto, si se viera la historia desde la vista de Dinah Brand, por ejemplo, nos daríamos cuenta de que el investigador no es mas que un sujeto feo, que quiere limpiar la cuidad el solito, y entonces lo calificaría como egoísta, inteligente y con mucha suerte.
Hammett utiliza esta propiedad y le pone al investigador un “disfraz”, es decir, engaña al leyente haciéndole creer que todo lo que el agente hace esta bien, dejando al lector solo con la opción de aceptar que las acciones y sentimientos que manifiesta, están en lo correcto.
SECUENCIAS
Situación Inicial: “La primera persona a quien oí llamar Poisonville a la ciudad de Personville fue un zafrero pelirrojo, n el Gran Barco de Butte. Pero también cambiaba en diptongos otras erres. Y no presté atención a lo que hiciera con el nombre de la ciudad. Más tarde escuché a otros el nombre de igual manera. Aun así, no vi en ello sino un ejemplo más de ese inane donaire que suele inspirar los retruécanos de la germanía. Pero unos años más tarde fui a Personville y entonces comprendí mejor el porqué."
Así empieza la historia, un detective (del cual nunca se sabe el nombre) llega a Personville y se da cuenta de que es una cuidad sucia, pero no por ser una cuidad minera, sino por su indecente política. Inmediatamente después, se comunica con el dueño del Herald, Donald Willsson y éste le pide que se encuentren en su casa a las diez de la noche.
Ruptura del Equilibrio: El investigador llega a la casa de Willsson a la hora fijada, pero él aun no se encuentra ahí, lo recibe su esposa quien minutos mas tarde, recibe una llamada misteriosa y sale del lugar. Horas mas tarde la esposa regresa con una mancha de sangre en su zapato verde, diciéndole: “Siento Mucho-dijo, y vi temblar agitadamente los labios apretados- que haya tenido usted que esperar tanto tiempo. Mi marido no vendrá a casa esta noche”. No le mencionó que lo habían asesinado, el agente lo supo hasta que un hombre de gris que se encontraba afuera de la jefatura de la policía, se lo expresó: “Don Willson ha ido a sentarse a la diestra de Dios, si es que ha Dios no le importan los agujeros de la bala”. Fue asesinado con una pistola calibre 32, a unas calles de la manzana de número 1100, de Hurricane Street, los vecinos del lugar escucharon los disparos, se asomaron por sus ventanas y solo vieron distinguir a un hombre y a una mujer acercándose al recién asesinado. La policía aseguró que las balas habían provenido desde un callejón que convergía al lado opuesto de la calle.
Desarrollo: El investigador intrigado por la noticia, decide reunir pistas para el esclarecimiento del asesinato. Entre sus sospechosos se encuentra obviamente la esposa (Mrs. Willson) y padre (Eliu Willson) de Donald Willson, quién es un hombre poderoso que también sospecha de Mrs. Willson.
Conforme pasan los días, la cuidad se vuelve mas misteriosa y mas sucia, aparecen personajes que si bien al principio no significan una pieza clave, después, se convierten en una buena respuesta de los enigmas que el detective tiene que resolver.
Algunos de ellos son: ¿Quién asesinó a Tim Noonan?, ¿Qué es lo que realmente pretende el Detective hacer en la ciudad?. Estos enigmas se resuelven a lo largo de la historia.
Resolución: El agente después de conocer a tanta gente y con ayuda de las pobres pistas que la policía logra encontrar, logra dar con el asesino de Donald: un muchacho del First National Bank llamado Robert Albury. Y lo encuentra gracias a que descubre que la pistola calibre 32 con la que fue asesinado Donald, solo las manejan los empleados de seguridad del Banco.
Pero la historia no termina ahí, por que después el detective tiene una misión mucho mas importante, y es la de limpiar la ciudad de los malhechores que la atacan.
ENIGMAS
¿Quién es el asesino de Donald Willson?
Robert Albury, un empleado del First National Bank, confesó:
“Creo que no tuve intención de matarle -repitió- aunque me lleve la pistola. Tiene usted razón al decir que yo estaba loco por Dinah; lo estaba. Unos días eran peores que otros. El día en que Willson trajo el cheque fue uno de los malos. En lo único en que podía pensar era en que la había perdido por que se me había terminado el dinero, y ahora él iba darle cinco mil dólares. Fue el cheque. ¿Puede usted comprenderlo? Yo sabia que Thaler y ella..., bueno ya sabe. Si hubiese sabido que también Willson... Pero sin ver el cheque no hubiese hecho nada. Estoy seguro. Fue por ver el cheque, el saber que la había perdido porque me había quedado sin dinero. Estuve vigilando su casa aquella noche y le vi entrar. Me daba miedo lo que yo mismo pudiera hacer, por que era uno de mis días malos y llevaba la pistola en el bolsillo. No quería hacer nada de veras. Tenia miedo. No podía pensar más que en el cheque y en la razón por la que la había perdido. Yo sabia que la mujer de Willson tenía celos. Todo el mundo lo sabia. Y se me ocurrió que si llamaba y le decía... No sé exactamente lo que pensé, pero fui a la tienda de la esquina y la llamé. Luego telefoneé a Thaler. Quería que los dos estuvieran allí. Si hubiera pensado en alguna otra persona que tuviera algo que ver con Dinah o con Willson, también le habría llamado. Volví entonces y seguí vigilando la casa de Dinah. Llegó Mrs. Willson, y luego Thaler, y los dos se quedaron allí, vigilando la casa y echó a andar calle abajo. Al cabo de un rato salió Willson y al portal en donde sabía que estaba Thaler. Ninguno de los dos hizo nada, y Willson ya se alejaba. Entonces comprendí por qué quise que estuvieran allí. Con la esperanza de que uno de ellos hiciese algo que no tendría que hacer yo. Pero no hicieron nada, y Willson se alejaba. Si uno de ellos se hubiera llegado a él y le hubiese dicho algo, o si nada mas le hubiera seguido, yo no habría hecho nada. Pero n o hicieron nada. Recuerdo que saqué la pistola del bolsillo. Todo lo veía confuso, como si estuviera llorando. Talvez estaba llorando. No recuerdo que disparara. Bueno, quiero decir que no recuerdo que apuntara con cuidado y que apretara el gatillo, pero recuerdo que hicieron los disparos, y que el ruido provenía de la pistola que tenía en la mano. No recuerdo si Willson cayó al suelo antes de que yo escapara corriendo por el callejón o si no cayó. Cuando llegué a casa limpié la pistola y volví a cargarla, y a la mañana siguiente la dejé en la caja del cajero”.
¿Quién es realmente el asesino de Tim Noonan?
Primero se culpa a Max Thaler alias el “Susurro”, ya que sus últimas palabras fueron “Max”, pero después se sabe que fue Bob MacSwain.
¿Cuál es realmente lo que pretende el agente en Personville?
En realidad nunca se sabe, por que siempre esta cambiando de misión y de perspectiva.
¿Quién realmente es el asesino de Dinah Brand?
Helen Albury, hermana de Robert Albury, como venganza contra el detective, por haber metido a la cárcel a su hermano.
PERSONAJES
Investigador: “Este personaje sin nombre, no demasiado alto y algo fondón, (absolutamente alejado del prototipo de detective cachas y guaperas), se las sabe todas. No es que sea un detective genial, del estilo de Sherlock Holmes, pero posee una astucia natural, y es un psicólogo infalible, como consecuencia de su largo rodaje en las calles.” Es además, misterioso, con un toque de suerte, ya que se arriesga y siempre gana. Es la voz de la historia, su único defecto es estar enamorado de Dina Brand y mezclar los sentimientos con su profesión. Al final de la historia es PREMIADO, ya que resuelve todos los misterios.
Eliuh Willsson: También llamado el “Viejo”, es el padre de Donald, forma parte importante del poder de la ciudad, es la parte obscura de la historia, ya que algunas veces resulta querido por el lector, por querer limpiar la cuidad y por otra, odiado, por sobreponer sus intereses al de los demás. Su debilidad: el poder. Al final es CASTIGADO, por perder a su hijo. En el libro, se describe físicamente así:
“Tenía el Viejo la cabeza menuda y de redondez casi perfecta bajo el abundante y casi rapado pelo blanco. Sus orejas eran demasiado pequeñas y estaban harto aplastadas contra el cráneo para destruir la impresión de esfericidad. También era breve la nariz, prolongaba la curva de la abultada frente. Boca y mentón eran sendas líneas rectas que hendían la esfera. Bajo ellas, un pescuezo corto y rollizo (...), no era un hombre a quien se elegiría para robarle la cartera de su bolsillo, a menos de confiar extremadamente en la habilidad de los dedos rateros.”
Dinah Brand: Eterna enamorada del detective, es un personaje muy inteligente, sabe manejar su sensualidad para lograr lo que pretende, su debilidad: Dinero; Parte importante del grupo de personas que “ensucian y controlan la cuidad”. En la historia, esta descrita físicamente de la siguiente forma (recordemos que quien habla es el agente):
“Era una pulgada o dos mas alta que yo, o por lo menos su estatura era de unos cinco pies y de ocho pulgadas. Era ancha de hombros, desarrollada de pecho, redonda de cadera y de piernas grandes y musculosas. La mano que me dio era suave, cálida y fuerte. Tenia un rostro de una muchacha de veinticinco años que comenzara a mostrar indicios de desgaste. Unas líneas tenues le cruzaban las comisuras de la boca, grande y carnosa. Otras líneas aún mas tenues comenzaban a tejer redecillas en derredor de los ojos de espesas pestañas. Los ojos eran grandes y azules, y estaban ligeramente inyectados de sangre.
El pelo , basto y castaño, necesitaba un corte...”
Al final es CASTIGADA ya que es asesinada.
Max Thaler: Alias el “Susurro”, es un personaje involucrado erróneamente en el asesinato de Tim Noonan. Querido por el pueblo, odiado por la policía (por su impotencia de no poder atraparlo, creo yo), personaje que a pesar de ser maleante, es importante factor para el esclarecimiento del asesinato de Donald. Tiene una estrecha relación con Dinah, pero su postura de malhechor lo obliga a desconfiar de todo mundo, incluyendo a Dinah, a quien solo aprecia. Su principal motor en la vida es el dinero. Al final es CATIGADO, pues es asesinado.
Noonan: Jefe de la policía de la cuidad, estoy tonto, se deja engañar con cualquier argumento (claro sin fundamentos), aparentemente ayuda al agente a descubrir al asesino de Donald, pero en realidad significa una gran traba, para la misión de esté. Es CASTIGADO en la historia, ya que es asesinado, cuando por fin logra perdonar a MacSwain, por la muerte de su hermano.
Intervienen mucho mas personajes, pero en realidad solamente toman un pequeño papel, ya que solo representan, un medio para llegar al fin (limpiar la cuidad y aclarar el misterioso asesinato de Donal Willsson), algunos de ellos son:
Reno Starkey
Mickey Linehan
Mr. Charles Proctor Brown
McGraw
Peak Murry
Helen Albury
Tim Noonan
Mrs Willson
Dan Rolff
Bill Quint
Ike Bush
Jerry
Lew Yard
Pete “El Filandes”
MacSwain
Myrtle Jennison
Dick Foley
Es importante destacar que, algunos personajes aparentemente aparecen solo una vez, pero después reaparecen con un papel mucho mas importante, y con un problema que resolver aún mayor que el anterior.
Cabe señalar que todos los personajes, son descritos mas psicológicamente que físicamente, es lo que hace más interesante la historia, ya que toda la trama se desarrolla en la imaginación del lector.
CONCLUSIONES
Cosecha Roja, no es una historia sobre la investigación de un asesinato, y donde el detective siempre queda inmune de cualquier sentimiento; para nada, es una historia que rompe con todos los estereotipos de agentes e historias que en ese entonces y en nuestra época se esperaban. Esta historia, nos muestra otro lado de los Estados Unidos, un lado que no estamos acostumbrados a ver, por ello es tan exquisita y mas apegada a la realidad de lo que parece.
Así esta novela policíaca se convierte en el parte aguas de entre lo tradicionalismo y lo revolucionario clásico, y se convierte en una historia donde la moraleja es no llevarse por apariencias, sino por las miradas y acciones de las personas.
En conclusión esta historia, no te mostrará al guapo detective que se enamora de la bella durmiente, sino al agente gordo y chaparro, que se enamora de una prostituta, pero que además es mas astuto e inteligente que el detective guapo que solo quiere presumir su linda cara.
Fuente
“Novela policíaca, relato de misterio en el que se plantea un enigma criminal, por lo general un asesinato, investigado por una o más personas. El protagonista suele ser un detective o un oficial de policía y la narración se ofrece en primera o en tercera persona. El encargado de la investigación interroga a los sospechosos y reúne pruebas para reconstruir el crimen. El detective comparte con el lector las pistas que va encontrando, pero no revela su significado hasta el final de la novela.”
Biografía del Autor
Samuel Dashiell Hammett
“Nació el 27 de mayo de 1894 en el condado de St. Marys (Maryland, Estados Unidos). Hammett creció en las calles de Filadelfia y Baltimore. Sin una educación formal (dejó la escuela a los 13 años), trabajó en diversos oficios y en diferentes lugares del país: como mensajero para los ferrocarriles de Baltimore y Ohio, fue dependiente, fue mozo de estación y trabajador en una fábrica de conservas entre otros oficios.
En 1915, entró en la "Pinkerton's National Detective Agency" de Baltimore como detective privado, experiencia que le proporcionaría material para sus novelas. Hammett no solo contaba la historia, sino que también había vivido los hechos. Aprendió el oficio de detective de James Wright, un agente bajo, rechoncho y de lenguaje duro, que se convirtió en un ídolo para Hammett (y que más tarde serviría, supuestamente, como inspiración para El agente de la Continental). En Junio de 1918, abandonó Pinkerton y se alistó en la Armada, pero la tuberculosis que contrajo provocó su licencia médica en menos de un año. De hecho, Hammett sufriría de mala salud por sus brotes de tuberculosis y alcoholismo durante el resto de su vida.
Hammett fue un tipo enigmático y contradictorio. Mientras fue empleado de la famosa agencia de detectives Pinkerton entre sus tareas estaba la de romper huelgas de vez en cuando, aunque después se decantaría por una postura ideológica claramente de izquierdas. Su carrera literaria se produjo en poco más de una docena de años, en los que consiguió hacer respetable la nueva narrativa norteamericana de detectives.
Consiguió prestigio literario rápidamente con sus novelas entre 1929 y 1931. Las dos primeras, Cosecha roja (1929) y La maldición de los Dain(1929), le llevaron de inmediato a la fama y en El halcón maltés (1930), su novela más famosa, aunque se discute si la mejor, en la que dió vida a su personaje más conocido, Sam Spade, fue la pionera del estilo de novela negra policiaca. Gran parte del éxito de la novela se puede atribuir a la adaptación para el cine de 1941 dirigida por John Houston y protagonizada por Humphrey Bogart.
También fue el responsable de la creación de El agente de la Continental (1924) y El hombre delgado (1934), la novela que presentó el matrimonio de detectives Nick y Nora Charles al mundo, personajes que se convirtieron en la base para una serie de famosas películas. Fue el inventor de la figura del detective cínico y desencantado de todo. El agente de la Continental de Hammett apareció en unas tres docenas de relatos, algunos de los cuales fueron la base de las novelas Cosecha roja (Red harvest, 1929) y La maldición de los Dain (The Dain curse, 1929).
Corrían los tiempos del nacimiento de la novela negra, un movimiento literario en que se adoptaba el enfoque realista y testimonial para tratar los hechos delictivos. Fue el fundador de tal corriente y su más egregio representante y destacó sobre todo por su realismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su diálogo, así como por el impacto con que se desarrolla el argumento, que supone la descripción gráfica de actos brutales, y por las actitudes sociales hipócritas y cínicas. Demostró asimismo que también en este género se pueden denunciar las corrupciones políticas y económicas, aunque nada de todo esto está reñido con el humor, y su novela El hombre delgado (The thin man, 1934) es un ejemplo de ello. En el escritor español Manuel Vázquez Montalbán pueden seguirse sus huellas. No sólo gozó del reconocimiento popular, también críticos serios elogiaron su trabajo. Varias de sus novelas fueron más tarde adaptadas a programas populares de radio y al cine, y también escribió guiones en Hollywood y su nombre apareció en los créditos de una serie de shows de radio que utilizaron sus personajes, como el de Alex Raymond, detective privado/espía que apareció en la tira de cómics Secret Agent X-9 (1934).
Pero en 1934, con la publicación de El hombre delgado, su última novela, la carrera de Hammett como escritor estaba casi acabada y se puede afirmar que no escribió nada verdaderamente importante después de esa fecha (no volvió a escribir novelas, sólo relatos cortos). El anterior otoño había conocido a Lillian Hellman, lectora de guiones que tenía la ambición de convertirse en dramaturga, y se embarcaron en una larga y tumultuosa relación, que duraría casi treinta años.
Reconocido como izquierdista, en 1951 pasó seis meses en la cárcel por "actividades antiamericanas" (en realidad por rechazar atestiguar en el Civil Rights Congress contra cuatro comunistas acusados de conspirar en contra del gobierno de los Estados Unidos). En 1953, volvió a rechazar contestar a preguntas del comité del senador José McCarthy's.
También escribió bajo los seudónimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Samuel Dashiell y Mary Jane Hammett.
Murió el 10 de enero de 1961 en Nueva York.”
“Cosecha roja se publica por vez primera en 1929, en una época en donde la novela policíaca parece perfectamente codificada, con la preeminencia de unos detectives -caso de Sherlock Holmes- que deducen, con el uso de la razón, todos los hechos del delito hasta descubrir al criminal y sus motivaciones. Son novelas narradas en tercera persona que Hammett rompe con Cosecha roja.
Con Cosecha roja, Hammett, en palabras de Raymond Chandler "restituyó el crimen a su lugar natural: la calle", inaugurando una nueva forma de abordar el genero policiaco, hoy conocido como novela negra, caracterizado por una visión realista de la sociedad, donde el protagonista tiene un carácter duro, violento, con escasos pero férreos valores morales, y está dotado de un cinismo que raya en la crueldad. Rasgos todos ellos enmarcado en una época donde se vislumbra, a partes iguales, el deterioro social que viene de la posguerra y las consecuencias del crack de 1929.”
CARACTERÍSTICAS LA NOVELA
“Cosecha roja es una novela escrita en primera persona, hasta el punto de que desconocemos siquiera el nombre del protagonista. Se conserva la base del género, el crimen y la investigación, pero ese crimen no es un accidente que trastoca el orden, sino que es un peldaño más dentro de una escalera de corrupción. Esta utilización de la primera persona tiene mucho más significado que el aparentemente derivado del estilo, puesto que rompe con la utilización de la tercera persona con la que el narrador era el que, cuando lo venía oportuno, agregaba pistas y claves para avanzar la acción.”
“Hammett destaca sobre todo por su realismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su diálogo, así como por el impacto con que se desarrolla el argumento, que supone la descripción gráfica de actos brutales, y por las actitudes sociales hipócritas y cínicas”
Es así como el leyente califica al investigador como “bueno”, ya que se mueve entorno a lo que él ve y siente. A pesar de esto, si se viera la historia desde la vista de Dinah Brand, por ejemplo, nos daríamos cuenta de que el investigador no es mas que un sujeto feo, que quiere limpiar la cuidad el solito, y entonces lo calificaría como egoísta, inteligente y con mucha suerte.
Hammett utiliza esta propiedad y le pone al investigador un “disfraz”, es decir, engaña al leyente haciéndole creer que todo lo que el agente hace esta bien, dejando al lector solo con la opción de aceptar que las acciones y sentimientos que manifiesta, están en lo correcto.
SECUENCIAS
Situación Inicial: “La primera persona a quien oí llamar Poisonville a la ciudad de Personville fue un zafrero pelirrojo, n el Gran Barco de Butte. Pero también cambiaba en diptongos otras erres. Y no presté atención a lo que hiciera con el nombre de la ciudad. Más tarde escuché a otros el nombre de igual manera. Aun así, no vi en ello sino un ejemplo más de ese inane donaire que suele inspirar los retruécanos de la germanía. Pero unos años más tarde fui a Personville y entonces comprendí mejor el porqué."
Así empieza la historia, un detective (del cual nunca se sabe el nombre) llega a Personville y se da cuenta de que es una cuidad sucia, pero no por ser una cuidad minera, sino por su indecente política. Inmediatamente después, se comunica con el dueño del Herald, Donald Willsson y éste le pide que se encuentren en su casa a las diez de la noche.
Ruptura del Equilibrio: El investigador llega a la casa de Willsson a la hora fijada, pero él aun no se encuentra ahí, lo recibe su esposa quien minutos mas tarde, recibe una llamada misteriosa y sale del lugar. Horas mas tarde la esposa regresa con una mancha de sangre en su zapato verde, diciéndole: “Siento Mucho-dijo, y vi temblar agitadamente los labios apretados- que haya tenido usted que esperar tanto tiempo. Mi marido no vendrá a casa esta noche”. No le mencionó que lo habían asesinado, el agente lo supo hasta que un hombre de gris que se encontraba afuera de la jefatura de la policía, se lo expresó: “Don Willson ha ido a sentarse a la diestra de Dios, si es que ha Dios no le importan los agujeros de la bala”. Fue asesinado con una pistola calibre 32, a unas calles de la manzana de número 1100, de Hurricane Street, los vecinos del lugar escucharon los disparos, se asomaron por sus ventanas y solo vieron distinguir a un hombre y a una mujer acercándose al recién asesinado. La policía aseguró que las balas habían provenido desde un callejón que convergía al lado opuesto de la calle.
Desarrollo: El investigador intrigado por la noticia, decide reunir pistas para el esclarecimiento del asesinato. Entre sus sospechosos se encuentra obviamente la esposa (Mrs. Willson) y padre (Eliu Willson) de Donald Willson, quién es un hombre poderoso que también sospecha de Mrs. Willson.
Conforme pasan los días, la cuidad se vuelve mas misteriosa y mas sucia, aparecen personajes que si bien al principio no significan una pieza clave, después, se convierten en una buena respuesta de los enigmas que el detective tiene que resolver.
Algunos de ellos son: ¿Quién asesinó a Tim Noonan?, ¿Qué es lo que realmente pretende el Detective hacer en la ciudad?. Estos enigmas se resuelven a lo largo de la historia.
Resolución: El agente después de conocer a tanta gente y con ayuda de las pobres pistas que la policía logra encontrar, logra dar con el asesino de Donald: un muchacho del First National Bank llamado Robert Albury. Y lo encuentra gracias a que descubre que la pistola calibre 32 con la que fue asesinado Donald, solo las manejan los empleados de seguridad del Banco.
Pero la historia no termina ahí, por que después el detective tiene una misión mucho mas importante, y es la de limpiar la ciudad de los malhechores que la atacan.
ENIGMAS
¿Quién es el asesino de Donald Willson?
Robert Albury, un empleado del First National Bank, confesó:
“Creo que no tuve intención de matarle -repitió- aunque me lleve la pistola. Tiene usted razón al decir que yo estaba loco por Dinah; lo estaba. Unos días eran peores que otros. El día en que Willson trajo el cheque fue uno de los malos. En lo único en que podía pensar era en que la había perdido por que se me había terminado el dinero, y ahora él iba darle cinco mil dólares. Fue el cheque. ¿Puede usted comprenderlo? Yo sabia que Thaler y ella..., bueno ya sabe. Si hubiese sabido que también Willson... Pero sin ver el cheque no hubiese hecho nada. Estoy seguro. Fue por ver el cheque, el saber que la había perdido porque me había quedado sin dinero. Estuve vigilando su casa aquella noche y le vi entrar. Me daba miedo lo que yo mismo pudiera hacer, por que era uno de mis días malos y llevaba la pistola en el bolsillo. No quería hacer nada de veras. Tenia miedo. No podía pensar más que en el cheque y en la razón por la que la había perdido. Yo sabia que la mujer de Willson tenía celos. Todo el mundo lo sabia. Y se me ocurrió que si llamaba y le decía... No sé exactamente lo que pensé, pero fui a la tienda de la esquina y la llamé. Luego telefoneé a Thaler. Quería que los dos estuvieran allí. Si hubiera pensado en alguna otra persona que tuviera algo que ver con Dinah o con Willson, también le habría llamado. Volví entonces y seguí vigilando la casa de Dinah. Llegó Mrs. Willson, y luego Thaler, y los dos se quedaron allí, vigilando la casa y echó a andar calle abajo. Al cabo de un rato salió Willson y al portal en donde sabía que estaba Thaler. Ninguno de los dos hizo nada, y Willson ya se alejaba. Entonces comprendí por qué quise que estuvieran allí. Con la esperanza de que uno de ellos hiciese algo que no tendría que hacer yo. Pero no hicieron nada, y Willson se alejaba. Si uno de ellos se hubiera llegado a él y le hubiese dicho algo, o si nada mas le hubiera seguido, yo no habría hecho nada. Pero n o hicieron nada. Recuerdo que saqué la pistola del bolsillo. Todo lo veía confuso, como si estuviera llorando. Talvez estaba llorando. No recuerdo que disparara. Bueno, quiero decir que no recuerdo que apuntara con cuidado y que apretara el gatillo, pero recuerdo que hicieron los disparos, y que el ruido provenía de la pistola que tenía en la mano. No recuerdo si Willson cayó al suelo antes de que yo escapara corriendo por el callejón o si no cayó. Cuando llegué a casa limpié la pistola y volví a cargarla, y a la mañana siguiente la dejé en la caja del cajero”.
¿Quién es realmente el asesino de Tim Noonan?
Primero se culpa a Max Thaler alias el “Susurro”, ya que sus últimas palabras fueron “Max”, pero después se sabe que fue Bob MacSwain.
¿Cuál es realmente lo que pretende el agente en Personville?
En realidad nunca se sabe, por que siempre esta cambiando de misión y de perspectiva.
¿Quién realmente es el asesino de Dinah Brand?
Helen Albury, hermana de Robert Albury, como venganza contra el detective, por haber metido a la cárcel a su hermano.
PERSONAJES
Investigador: “Este personaje sin nombre, no demasiado alto y algo fondón, (absolutamente alejado del prototipo de detective cachas y guaperas), se las sabe todas. No es que sea un detective genial, del estilo de Sherlock Holmes, pero posee una astucia natural, y es un psicólogo infalible, como consecuencia de su largo rodaje en las calles.” Es además, misterioso, con un toque de suerte, ya que se arriesga y siempre gana. Es la voz de la historia, su único defecto es estar enamorado de Dina Brand y mezclar los sentimientos con su profesión. Al final de la historia es PREMIADO, ya que resuelve todos los misterios.
Eliuh Willsson: También llamado el “Viejo”, es el padre de Donald, forma parte importante del poder de la ciudad, es la parte obscura de la historia, ya que algunas veces resulta querido por el lector, por querer limpiar la cuidad y por otra, odiado, por sobreponer sus intereses al de los demás. Su debilidad: el poder. Al final es CASTIGADO, por perder a su hijo. En el libro, se describe físicamente así:
“Tenía el Viejo la cabeza menuda y de redondez casi perfecta bajo el abundante y casi rapado pelo blanco. Sus orejas eran demasiado pequeñas y estaban harto aplastadas contra el cráneo para destruir la impresión de esfericidad. También era breve la nariz, prolongaba la curva de la abultada frente. Boca y mentón eran sendas líneas rectas que hendían la esfera. Bajo ellas, un pescuezo corto y rollizo (...), no era un hombre a quien se elegiría para robarle la cartera de su bolsillo, a menos de confiar extremadamente en la habilidad de los dedos rateros.”
Dinah Brand: Eterna enamorada del detective, es un personaje muy inteligente, sabe manejar su sensualidad para lograr lo que pretende, su debilidad: Dinero; Parte importante del grupo de personas que “ensucian y controlan la cuidad”. En la historia, esta descrita físicamente de la siguiente forma (recordemos que quien habla es el agente):
“Era una pulgada o dos mas alta que yo, o por lo menos su estatura era de unos cinco pies y de ocho pulgadas. Era ancha de hombros, desarrollada de pecho, redonda de cadera y de piernas grandes y musculosas. La mano que me dio era suave, cálida y fuerte. Tenia un rostro de una muchacha de veinticinco años que comenzara a mostrar indicios de desgaste. Unas líneas tenues le cruzaban las comisuras de la boca, grande y carnosa. Otras líneas aún mas tenues comenzaban a tejer redecillas en derredor de los ojos de espesas pestañas. Los ojos eran grandes y azules, y estaban ligeramente inyectados de sangre.
El pelo , basto y castaño, necesitaba un corte...”
Al final es CASTIGADA ya que es asesinada.
Max Thaler: Alias el “Susurro”, es un personaje involucrado erróneamente en el asesinato de Tim Noonan. Querido por el pueblo, odiado por la policía (por su impotencia de no poder atraparlo, creo yo), personaje que a pesar de ser maleante, es importante factor para el esclarecimiento del asesinato de Donald. Tiene una estrecha relación con Dinah, pero su postura de malhechor lo obliga a desconfiar de todo mundo, incluyendo a Dinah, a quien solo aprecia. Su principal motor en la vida es el dinero. Al final es CATIGADO, pues es asesinado.
Noonan: Jefe de la policía de la cuidad, estoy tonto, se deja engañar con cualquier argumento (claro sin fundamentos), aparentemente ayuda al agente a descubrir al asesino de Donald, pero en realidad significa una gran traba, para la misión de esté. Es CASTIGADO en la historia, ya que es asesinado, cuando por fin logra perdonar a MacSwain, por la muerte de su hermano.
Intervienen mucho mas personajes, pero en realidad solamente toman un pequeño papel, ya que solo representan, un medio para llegar al fin (limpiar la cuidad y aclarar el misterioso asesinato de Donal Willsson), algunos de ellos son:
Reno Starkey
Mickey Linehan
Mr. Charles Proctor Brown
McGraw
Peak Murry
Helen Albury
Tim Noonan
Mrs Willson
Dan Rolff
Bill Quint
Ike Bush
Jerry
Lew Yard
Pete “El Filandes”
MacSwain
Myrtle Jennison
Dick Foley
Es importante destacar que, algunos personajes aparentemente aparecen solo una vez, pero después reaparecen con un papel mucho mas importante, y con un problema que resolver aún mayor que el anterior.
Cabe señalar que todos los personajes, son descritos mas psicológicamente que físicamente, es lo que hace más interesante la historia, ya que toda la trama se desarrolla en la imaginación del lector.
CONCLUSIONES
Cosecha Roja, no es una historia sobre la investigación de un asesinato, y donde el detective siempre queda inmune de cualquier sentimiento; para nada, es una historia que rompe con todos los estereotipos de agentes e historias que en ese entonces y en nuestra época se esperaban. Esta historia, nos muestra otro lado de los Estados Unidos, un lado que no estamos acostumbrados a ver, por ello es tan exquisita y mas apegada a la realidad de lo que parece.
Así esta novela policíaca se convierte en el parte aguas de entre lo tradicionalismo y lo revolucionario clásico, y se convierte en una historia donde la moraleja es no llevarse por apariencias, sino por las miradas y acciones de las personas.
En conclusión esta historia, no te mostrará al guapo detective que se enamora de la bella durmiente, sino al agente gordo y chaparro, que se enamora de una prostituta, pero que además es mas astuto e inteligente que el detective guapo que solo quiere presumir su linda cara.
Fuente
Cosecha roja: la novela maldita de Hammett
Si existe una novela maldita de Dashiell Hammett, esa es Cosecha roja. A pesar de ser uno de los títulos pioneros del género negro, con su detective rocoso y su femme fatale, su realismo sórdido y su corrosiva carga contra la corrupción, nunca ha sido llevada al cine. La novela, que se acaba de publicar en una nueva traducción al castellano en el volumen Todos los casos del agente de la Continental (RBA), es la única de sus cuatro grandes que carece de película, aunque es pura carne de celuloide. Y para probarlo ahí están las dos enormes películas en las que palpita su espíritu: Yojimbo, de Kurosawa, con su samurái indestructible que limpia de bandas criminales un pueblo del Japón decimonónico, y Por un puñado de dólares, de Leone, donde el cowboyEastwood hace lo propio en un polvoriento villorrio del Oeste mexicano. Nadie, sin embargo, se ha atrevido con la historia original y esa condena oficiosa ha rodeado a Cosecha roja de un aura de obra de culto.
Según cuentan los expertos, la maldición de Cosecha roja empezó muy pronto. Poco después de su publicación, en 1929, el superproductor David O. Selznick compró los derechos y le encargó el guión al prestigioso Ben Hecht. Pero cuando el estudio se fijó en el veneno que supuraba el relato, se echó atrás. Al parecer no les gustó nada esa historia con grandes empresarios que compran a senadores y congresistas, que acumulan medios de comunicación y que contratan matones para reventar protestas sindicales. Por no hablar de la decena de muertos que caen abatidos a tiros entre sus páginas. Así que rescribieron el libreto y lo dejaron en una comedia (!) con poco que ver con el original. Ellos se lo perdieron, porque Cosecha roja es un hito literario que fijó las señas de identidad del género: su atmósfera, sus personajes y su estilo, como recuerda Eduardo Iriarte, traductor de la nueva edición. “Es uno de los títulos fundacionales del género”.
Las otras tres grandes novelas de Hammett no tuvieron esos problemas (La maldición de los Dain ocupa un lugar menor). La adaptación de El halcón maltés, dirigida por John Huston en 1941 con un reparto difícil de repetir, fue un taquillazo; y en la década anterior, El hombre delgado triunfó y dio lugar a varias secuelas, y La llave de cristal (esa estupenda reflexión sobre si es posible la amistad en el inframundo del hampa) fue llevada al cine dos veces, y más tardé influyó en la citada Yojimbo (reversionada en Por un puñado de dólares y El último hombre) y en la muy negra Muerte entre las flores, de los hermanos Coen. Pero la primera novela de Hammett sigue resistiéndose.
Cosecha roja era la confirmación de lo que el autor, exdetective de la agencia Pinkerton, había ido puliendo en sus relatos de la revista pulp Black Mask. Esos textos suponían un distanciamiento respecto a la tradicional novela de detectives. Ahora la resolución del misterio dejaba de ser la cuestión central para dar entrada a la crítica social o la indagación moral más turbia. En esta novela, que es la suma (fix-up) de varios relatos, Hammett exhibe “su tesón para ir desenterrando la corrupción y adentrándose en las entrañas de la sociedad”, añade Iriarte. Lo resumió bien el periodista estadounidense Allen Barra en Salon. “En la novela policiaca, resolver el misterio nunca es completamente el objetivo; es un género mucho más inquietante que todo lo que se pueda imaginar en el mundo de Sherlock Holmes; porque en el mundo real, como sabemos, la responsabilidad del crimen se extiende tan lejos en la sociedad que nadie está libre de culpa. No existe ningún final nítido que nos haga sentir que el bien ha triunfado sobre el mal”.
En ese ambiente de claroscuros morales nace un personaje como el detective sin nombre de Cosecha roja, un tipo bajo, rechoncho y de mediana edad; un lobo solitario y cínico, de vuelta de mil casos y emocionalmente impermeable, cien por cien pedernal. Como Sam Spade, es el antihéroe de los bajos fondos que Hammett legó como eterno protagonista del noir. Según Iriarte- “Hammett creó un arquetipo de investigador moralmente comprometido con la trama y sumamente realista en sus procedimientos”. Unos métodos que el autor conocía de primera mano y que transformó en literatura. Su detective "nos relata tanto las líneas de investigación que dan fruto como las que quedan abortadas, lo que hace que la intriga resulte mucho más verosímil, y nos permite experimentar las dificultades, la frustración y, a la postre, la agridulce satisfacción del protagonista”.
La otra gran innovación de Hammett fue el estilo. “Las frases breves y contundentes, despojadas de adornos innecesarios, la habilidad para describir una situación o un personaje con cuatro pinceladas”, enumera Iriarte, que con esta nueva versión recupera la frescura del original (la versión más popular hasta ahora, de Fernando Calleja, data de hace más de treinta años). El traductor destaca de Hammett que “su capacidad de síntesis y su tono descreído sin caer en la melancolía, crítico sin incurrir en el sermoneo; se han convertido en un modelo a seguir para novelistas actuales”. Así construye la personalidad de un tipo granítico capaz de soltar lindezas de este calibre: "Tenía todo el aspecto de estar diciendo la verdad, aunque con las mujeres, sobre todo las mujeres de ojos azules, eso no siempre significa mucho". El muy selecto André Gide consideraba Cosecha roja la mejor novela de Hammett. “Esos diálogos, conducidos con mano maestra, son cosa para enfrentarla con Hemingway y hasta con Faulkner; todo el relato mismo de una habilidad y un cinismo implacables... En ese género particular es lo más notable que he leído", escribió en el novelista francés.
Cosecha roja es la historia de un detective anónimo de una agencia nacional que llega a Personville (conocida como Poisonville, ciudad envenenada), una pequeña localidad minera atenazada por bandas de gánsters y podrida de corrupción hasta el tuétano. Un poderoso empresario local, amo de facto de Poisonville, que mantiene untados a políticos, periodistas y policías, siente amenazado su poder por líderes rivales y decide contratar al sabueso por un buen puñado de dólares para que limpie la ciudad. Así que el agente se plantea una limpieza a fondo. "Ahora voy a pasármelo en grande. Tengo 10.000 dólares suyos para correrme una buena juerga. Voy a usarlos para abrir Poisonville en canal desde la nuez hasta los tobillos". Su método: desatar una guerra entre facciones criminales que acabe con la destrucción mutua total. Incluso él mismo se ve arrastrado al salvaje despliegue de violencia. El título de la novela da una idea del resultado.
Esta nueva traducción de Cosecha roja, presentada en un grueso volumen que reúne todos los casos del agente de la agencia Continental (como la novela La maldición de los Dain, considerada menor), se añade a lo que parece un revival hammettiano. Recientemente se han publicado el volumen Todos los casos de Sam Spade (RBA) e Interrogatorios (Errata Naturae), que recupera los testimonios del autor durante la Caza de brujas, donde se negó una y otra vez a delatar a otros (aun a costa de la cárcel). Y el próximo capítulo parece que será en el cine. El actor Johnny Depp y el cineasta Rob Marshall planean adaptar la novela El hombre delgado, protagonizada por el matrimonio Nick y Nora Charles, dos sofisticados e implacables detectives expertos en chistes y martinis. Depp se reserva el papel de Nick y por el de Nora compiten Rachel Weisz, Emily Blunt, Amy Adams y Kristen Wiig, entre otras. En caso de que la idea se concrete, la película podría suscitar un renovado interés por Hammett y -quién sabe- hasta podría ser que algún productor se acordase de Cosecha roja.
Fuente
Según cuentan los expertos, la maldición de Cosecha roja empezó muy pronto. Poco después de su publicación, en 1929, el superproductor David O. Selznick compró los derechos y le encargó el guión al prestigioso Ben Hecht. Pero cuando el estudio se fijó en el veneno que supuraba el relato, se echó atrás. Al parecer no les gustó nada esa historia con grandes empresarios que compran a senadores y congresistas, que acumulan medios de comunicación y que contratan matones para reventar protestas sindicales. Por no hablar de la decena de muertos que caen abatidos a tiros entre sus páginas. Así que rescribieron el libreto y lo dejaron en una comedia (!) con poco que ver con el original. Ellos se lo perdieron, porque Cosecha roja es un hito literario que fijó las señas de identidad del género: su atmósfera, sus personajes y su estilo, como recuerda Eduardo Iriarte, traductor de la nueva edición. “Es uno de los títulos fundacionales del género”.
Las otras tres grandes novelas de Hammett no tuvieron esos problemas (La maldición de los Dain ocupa un lugar menor). La adaptación de El halcón maltés, dirigida por John Huston en 1941 con un reparto difícil de repetir, fue un taquillazo; y en la década anterior, El hombre delgado triunfó y dio lugar a varias secuelas, y La llave de cristal (esa estupenda reflexión sobre si es posible la amistad en el inframundo del hampa) fue llevada al cine dos veces, y más tardé influyó en la citada Yojimbo (reversionada en Por un puñado de dólares y El último hombre) y en la muy negra Muerte entre las flores, de los hermanos Coen. Pero la primera novela de Hammett sigue resistiéndose.
Cosecha roja era la confirmación de lo que el autor, exdetective de la agencia Pinkerton, había ido puliendo en sus relatos de la revista pulp Black Mask. Esos textos suponían un distanciamiento respecto a la tradicional novela de detectives. Ahora la resolución del misterio dejaba de ser la cuestión central para dar entrada a la crítica social o la indagación moral más turbia. En esta novela, que es la suma (fix-up) de varios relatos, Hammett exhibe “su tesón para ir desenterrando la corrupción y adentrándose en las entrañas de la sociedad”, añade Iriarte. Lo resumió bien el periodista estadounidense Allen Barra en Salon. “En la novela policiaca, resolver el misterio nunca es completamente el objetivo; es un género mucho más inquietante que todo lo que se pueda imaginar en el mundo de Sherlock Holmes; porque en el mundo real, como sabemos, la responsabilidad del crimen se extiende tan lejos en la sociedad que nadie está libre de culpa. No existe ningún final nítido que nos haga sentir que el bien ha triunfado sobre el mal”.
En ese ambiente de claroscuros morales nace un personaje como el detective sin nombre de Cosecha roja, un tipo bajo, rechoncho y de mediana edad; un lobo solitario y cínico, de vuelta de mil casos y emocionalmente impermeable, cien por cien pedernal. Como Sam Spade, es el antihéroe de los bajos fondos que Hammett legó como eterno protagonista del noir. Según Iriarte- “Hammett creó un arquetipo de investigador moralmente comprometido con la trama y sumamente realista en sus procedimientos”. Unos métodos que el autor conocía de primera mano y que transformó en literatura. Su detective "nos relata tanto las líneas de investigación que dan fruto como las que quedan abortadas, lo que hace que la intriga resulte mucho más verosímil, y nos permite experimentar las dificultades, la frustración y, a la postre, la agridulce satisfacción del protagonista”.
La otra gran innovación de Hammett fue el estilo. “Las frases breves y contundentes, despojadas de adornos innecesarios, la habilidad para describir una situación o un personaje con cuatro pinceladas”, enumera Iriarte, que con esta nueva versión recupera la frescura del original (la versión más popular hasta ahora, de Fernando Calleja, data de hace más de treinta años). El traductor destaca de Hammett que “su capacidad de síntesis y su tono descreído sin caer en la melancolía, crítico sin incurrir en el sermoneo; se han convertido en un modelo a seguir para novelistas actuales”. Así construye la personalidad de un tipo granítico capaz de soltar lindezas de este calibre: "Tenía todo el aspecto de estar diciendo la verdad, aunque con las mujeres, sobre todo las mujeres de ojos azules, eso no siempre significa mucho". El muy selecto André Gide consideraba Cosecha roja la mejor novela de Hammett. “Esos diálogos, conducidos con mano maestra, son cosa para enfrentarla con Hemingway y hasta con Faulkner; todo el relato mismo de una habilidad y un cinismo implacables... En ese género particular es lo más notable que he leído", escribió en el novelista francés.
Cosecha roja es la historia de un detective anónimo de una agencia nacional que llega a Personville (conocida como Poisonville, ciudad envenenada), una pequeña localidad minera atenazada por bandas de gánsters y podrida de corrupción hasta el tuétano. Un poderoso empresario local, amo de facto de Poisonville, que mantiene untados a políticos, periodistas y policías, siente amenazado su poder por líderes rivales y decide contratar al sabueso por un buen puñado de dólares para que limpie la ciudad. Así que el agente se plantea una limpieza a fondo. "Ahora voy a pasármelo en grande. Tengo 10.000 dólares suyos para correrme una buena juerga. Voy a usarlos para abrir Poisonville en canal desde la nuez hasta los tobillos". Su método: desatar una guerra entre facciones criminales que acabe con la destrucción mutua total. Incluso él mismo se ve arrastrado al salvaje despliegue de violencia. El título de la novela da una idea del resultado.
Esta nueva traducción de Cosecha roja, presentada en un grueso volumen que reúne todos los casos del agente de la agencia Continental (como la novela La maldición de los Dain, considerada menor), se añade a lo que parece un revival hammettiano. Recientemente se han publicado el volumen Todos los casos de Sam Spade (RBA) e Interrogatorios (Errata Naturae), que recupera los testimonios del autor durante la Caza de brujas, donde se negó una y otra vez a delatar a otros (aun a costa de la cárcel). Y el próximo capítulo parece que será en el cine. El actor Johnny Depp y el cineasta Rob Marshall planean adaptar la novela El hombre delgado, protagonizada por el matrimonio Nick y Nora Charles, dos sofisticados e implacables detectives expertos en chistes y martinis. Depp se reserva el papel de Nick y por el de Nora compiten Rachel Weisz, Emily Blunt, Amy Adams y Kristen Wiig, entre otras. En caso de que la idea se concrete, la película podría suscitar un renovado interés por Hammett y -quién sabe- hasta podría ser que algún productor se acordase de Cosecha roja.
Fuente
miércoles, 19 de agosto de 2015
Novelas de Jim Thompson
- Aquí y ahora (Now and on Earth, 1942), Diagonal y RBA Serie Negra.
- El trueno (Heed the Thunder, también conocida como Sins of the Fathers, 1946), Diagonal.
- Sólo un asesinato (Nothing More Than Murder, 1949), Ediciones B y El Aleph.
- El asesino dentro de mí (The Killer Inside Me, 1952), Bruguera Club del Misterio, Júcar Etiqueta Negra y RBA Serie Negra.
- Tierra sucia o Una cabaña en el sur (Cropper's Cabin, 1952), Bruguera Club del Misterio y Alfa.
- Libertad condicional (Recoil, 1953), Ediciones B y RBA Serie Negra.
- Los alcohólicos (The Alcoholics, 1953), Júcar Etiqueta Negra.
- Noche salvaje (Savage Night, 1953), Plaza & Janés serie Black y RBA Serie Negra.
- El criminal (The Criminal, 1953), Júcar Etiqueta Negra.
- The Golden Gizmo (The Golden Gizmo, también conocida como The Golden Sinner, 1954), No traducida en español.
- Una chica de buen ver (A Swell-Looking Babe, 1954), Júcar Etiqueta Negra.
- Una mujer endemoniada (A Hell of a Woman, 1954), Júcar Etiqueta Negra y RBA Serie Negra.
- Asesino burlón (The Nothing Man, 1954), Ediciones B.
- Un cuchillo en la mirada (After Dark, My Sweet, 1955), Ediciones B, El Aleph y RBA Serie Negra.
- El exterminio (The Kill-Off, 1957), RBA Serie Negra.
- Ciudad violenta (Wild Town, 1957), Ediciones B.
- La huida (The Getaway, 1958), Grijalbo, Ediciones B y RBA Serie Negra.
- Los transgresores (The Transgressors, 1961), Ediciones B.
- Los timadores (The Grifters, 1963), Júcar Etiqueta Negra, El Aleph y RBA Serie Negra.
- 1.280 almas (Pop. 1280, 1964), Bruguera Club del Misterio, Bruguera Novela Policíaca, Diagonal y RBA Serie Negra.
- Texas (Texas By the Tail, 1965), Ediciones B.
- Al sur del paraíso (South of Heaven, 1967), Júcar Etiqueta Negra.
- Nothing But a Man (Nothing But a Man, 1970), No traducida en español.
- Hijo de la ira (Child of Rage, también conocida como White Mother, Black Son, 1972), Plaza & Janés serie Black y RBA Serie Negra.
- La sangre de los King (King Blood, 1973), Bruguera Novela Negra y RBA Serie Negra.
- Fireworks: Los últimos escritos de Jim Thompson (Fireworks: The Lost Writings of Jim Thompson, 1988), No traducida en español.
- El embrollo (The Rip-Off, 1989), Júcar Etiqueta Negra. Novela póstuma
lunes, 17 de agosto de 2015
Emile Zola: Los Rougon-Macquart
Si tuviera que calificar esta saga con un adjetivo, sólo podría decir ‘magistral’. Es cierto que tengo debilidad por la novela del XIX, pero no es una debilidad caprichosa, el siglo XIX es, sin lugar a dudas, el siglo de la novela. En este siglo se inventó la novela contemporánea. Y si hay que poner nombres a estos precursores, a los de la avanzadilla, para mí, hay tres: Zola, Dostoievsky y Galdós.
Ellos tres (y alguno más, quizás, Balzac y Flaubert, aunque éste último con una única novela, Madame Bovary) apuntalaron todo el género. Si leemos la obra de algunos de ellos, veremos qué actual puede ser su redacción, y descubriremos que muchos de los recursos y gran parte del estilo que se presenta como innovación en la novela del siglo XX ya estaba ahí.
Pero, hoy, sólo les voy a hablar de Zola y de una de sus obras que son muchas, pues se trata de toda una saga familiar. En total 20 novelas, algunas de las cuales son famosas por sí solas, pues, cada una de ellas puede leerse como una novela independiente, aunque la obra, en conjunto, tiene un principio y un final: “Esta se halla, desde hoy, completa; se agita en un círculo cerrado; se convierte en el cuadro de un reinado muerto, de una extraña época de vergüenza y de locura.” (Emile Zola en el Prefacio de La Fortuna de los Rougon).
A lo largo de toda la serie se cuenta la historia de una familia, de origen provinciano, durante cinco generaciones, desde Adelaida Fouque (nacida en 1768), hasta un niño nacido fruto de la relación incestuosa entre Pascal Rougon y su sobrina Clotilde (1874), todo bajo el subtítulo Historia Natural y Social de una familia bajo el Segundo Imperio (1852-1871). Una familia marcada por taras hereditarias, la locura de Adelaida va pasando de generación en generación, algunos miembros la padecen de forma declarada, otros no pueden ocultar ciertos rasgos del carácter familiar.
Zola quiere “explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres, se comporta en una sociedad, desarrollándose para engendrar diez, veinte individuos que parecen, a un primer vistazo, profundamente disímiles, pero que el análisis muestra íntimamente ligados unos con otros. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad.”
Los Rougon-Macquart, nombre de la familia, en realidad de las dos ramas de la misma familia (ambas descendientes de Adelaida, pero con una trayectoria bastante diferente, en apariencia), son retratados fisiológicamente y socialmente. Fisiológicamente, los deseos, pasiones, virtudes y vicios van apareciendo individuo a individuo en toda la saga, repitiendo las mismas características de las generaciones anteriores (a veces, llega a tanta la semejanza que hasta nos confundimos entre madres e hijas y, otras veces, diríamos a simple vista que no puede ser que tal madre y tal hija se correspondan, pero, sólo a simple vista). Socialmente, la familia es la representante del pueblo que, a veces con esfuerzo propio, otras, aprovechándose de ciertas circunstancias, honestas o no, va avanzando “por toda la sociedad contemporánea” y los Rougon-Macquart, con sus dramas propios, van a estar, además, en medio de los problemas urbanísticos de París, en procesos políticos más o menos turbios en la capital y/o en provincias, en el nacimiento del sindicalismo moderno, en sublevaciones populares y obreras, en la aparición de los grandes comercios, en problemas con la Iglesia y en todo lo que en el siglo XIX francés signifique cambio y avance, pero también, hay individuos que representan el conservadurismo y el amor por todo el pasado, y esto es uno de los factores que hace más creíble esta familia, que acaba pareciendo tan real como la Realidad misma, pero sigue siendo ficción, eso tampoco podemos olvidarlo, porque quizás en la realidad, no coincidan tantos factores mencionables o destacables en una misma familia.
Veamos cuáles son las obras, aunque algunas de ellas merecería una reseña propia (que no descarto hacer algún día):
1. La fortuna de los Rougon, publicada en 1871, es la primera de la saga: “Y el primer episodio, La fortuna de los Rougon, debe llamarse con su título científico: Los Orígenes.” Y la historia se inicia en Plassans (nombre inventado por Zola que recrea aspectos humanos y geofísicos de algunas villas de la Provenza de su infancia). Aunque la novela arranca, en el capítulo I, con la joven pareja revolucionaria formada por Silvère Macquart y su novia Miette, en el capítulo II, además de una descripción bastante detallada de Plasans, volvemos al pasado con la historia de Adelaida Fouque, joven huérfana, cuyo padre murió loco, y algo extravagante, “corrió el rumor de que le faltaba un tornillo como a su padre”. Se inicia de esta manera la historia de la familia y la historia de sus taras genéticas. Adelaida se casa con un tal Rougon, del que tiene un hijo, Pierre. Pero pronto queda viuda y empieza a convivir con un cazador furtivo, Macquart. De esta unión, nacieron los hijos ilegitimos, Antoine y Ursula. Los tres niños se educan juntos, pero el primero es el heredero, el único que asiste a la escuela, el que comprende en primer lugar que no es igual que sus hermanos, pues a él, por ser el hijo legítimo, le corresponde la herencia familiar. Este Pierre Rougon se casará con la ambiciosa Félicité y será el padre de tres hijos varones (Aristide, Eugène y Pascal) y de dos mujeres. Cada uno de estos hijos llevará un destino diferente, pero será Eugène, bien situado en el nuevo gobierno de Napoleón III, quien facilite que sus padres lleguen a tener cierto poder en Plassans.
2. En 1872, se publica La Jauría: Aristide llega a Paris y se mete de lleno en el mundo de los negocios. Su primera esposa muere dejándole un hijo. Cambia su apellido de Rougon por el de Saccard y emprende el camino hacia la riqueza, sin importarle a quien tiene que pisar. Una vez que es rico se casa con una joven que se aburre atrozmente mientras su marido se enriquece. La joven encontrará lo que su marido no le ofrece en el hijo de éste, manteniendo una relación incestuosa. El marido engañado, a pesar de saberlo, lo deja pasar, pues son mayores los beneficios que las pérdidas. Esta entrega estuvo censurada durante un tiempo, pero sólo supuso una pequeña postergación en la publicación.
3. El vientre de París, aparece en 1873. En esta tercera novela, el protagonista es el Mercado Central de Paris, a él llega un día para instalarse Lisa Macquart (hija de Antoine). Lisa es trabajadora y se diría que está muy lejos de padecer la locura de la abuela o la pereza congenita de los Macquart. Junto con su marido, pone un negocio que va bien. La llegada de su cuñado, pone en peligro su estable vida y no duda en denunciarlo, cuando conoce que prepara un complot contra el gobierno. Aparece, entre todo el gentio que deambula por el Mercado, otro miembro de la familia Rougon Macquart que, más adelante, tendrá una novela para él solo, se trata de Claude Lantier (sobrino de Lisa, hijo de Gervaise, hermano de Naná). De hecho una de las mejores secuencias es el paseo que Claude hace junto a Florent (el cuñado de Lisa), por el mercado.
4. En 1874, aparece La conquista de Plassans, dejamos el ambiente cosmopolita y urbano de la gran ciudad para volver a las intrigas provinciales. A Plassans llega un sacerdote algo siniestro y ambicioso, acompañado de su madre. Este cura se instalará en una de las casas más dignas de Plassans, precisamente la de Marta Rougon (hija de Pierre y Felicité) y François Mouret (hijo de Ursula Macquart y un comerciante con ese apellido), ambos, padres de Octavio, Desirée y Sergio. El abate Faujas, así se llama el religioso, conseguirá dominar a todas las damas de alcurnia de la vecindad (y por extensión a la vecindad completa), incluida la propia Marta que cambia radicalmente su carácter y llega a una especie de locura mística, que arrastra hasta las últimas consecuencias a su marido François. Hay una feroz crítica hacia cierto sector de la Iglesia católica y hacia cierta forma de interpretar la religión.
5. En el Pecado del Abate Mouret, de 1875, se vuelve al tema religioso, en esta ocasión, el protagonista es Sergio Mouret, que en parte influenciado por la religiosidad del huésped de sus padres se hace cura, sin mucha vocación. Vive con su hermana Desirée en un pueblo cercano a Plassans, mantiene con el resto de los habitantes del pueblo una relación algo extraña, pues no es aceptado del todo. Un día conocerá a la hija de uno de sus feligreses más opuestos a su labor y se enamorará de ella, viven su amor en una especie de paraíso, lo que los convierte, de alguna forma, en la pareja primigenia. Todo se desbaratará cuando se rompa el misticismo y comprendan que no están solos en el mundo. Desirée, por su parte, vive en una inocencia casi de bebé, rodeada de pollos, cerdos y otros animales de granja. Aparece, también, como personaje secundario el doctor Pascal Rougon (hijo de Pierre y tío de los muchachos).
6. En 1876, aparece Su excelencia Eugène Rougon. Eugène (¿recuerdan? Era hijo de Pierre y Félicité, hermano de Aristide, Pascal y Marta), empieza su carrera política en medio de las borrascosas aguas del inicio del Imperio, su primera labor había sido la de espía, sin embargo, llegará a ser Ministro, siguiendo, siempre, la misma línea de compra de cargos, de favores turbios que se han de pagar, etc. Como en otras ocasiones, queda con un final abierto, no hay premios para las buenas conductas ni castigos para las malas, simplemente un análisis de la situación.
7. 1877 ve aparecer La taberna, los grandes salones por los que se mueve Eugène Rougon dejan paso a las calles más populares de París, por donde transita una de sus primas (Gervaise, hermana de Lisa, hija pues de Antoine). Gervaise llega a Paris con el hombre con el que convive, Lantier, del que tiene dos hijos (Claude y Etienne), será también madre de Nana. Gervaise va cayendo en un pozo sin fondo, por causa de la bebida y la desesperación de la pobreza. Acabará pasando de ser una joven trabajadora y emprendedora a un ser informe, alcoholizada y sin determinación. Novela muy criticada por la burguesía culta del momento, entre otras cosas porque Zola hace hablar a sus personajes como lo que son, personas del pueblo. Tampoco fue bien aceptada por la clase obrera, que se veía retratada como indolente y amiga de la bebida. Contiene, en realidad, una gran crítica social.
8. Una página de amor, en 1878, es la historia de Hélène Grandjean (hija de Ursula Macquart, y hermana del ya mencionado François Mouret). Casada muy joven con Grandjean, tiene una hija, Jeanne, que tiene crisis regulares, la herencia de la familia. Los tres han llegado, desde Marsella, a París, allí, muy pronto el marido muere. En una de las crisis de la hija, Hélène conoce al doctor Deberle, por el que sentirá un violenta pasión, nada que ver con lo que sentía por su marido, al que nunca había amado en realidad. Pero Jeanne, además de sus crisis, tiene otro problema, un amor casi enfermizo hacia su madre, no soporta que ésta mire a otra persona que no sea ella, mucho menos que tenga una relación amorosa con un hombre. Jeanne, sorprenderá a su madre con el doctor, huirá por la ventana, justo cuando llueve, lo que le procurará una tisis “galopante”, de la que morirá, tal como había sucedido con su abuela Ursula. Hélèna, finalmente, se trasladará a Marsella, ciudad en la que todo había empezado. En esta novela no hay cuestionamientos sociales, más bien, se trata el tema amoroso, además de aspectos psicológicos, sobre todo, por la obsesión que Jeanne siente por su madre.
9. Nana (en algunas ediciones Naná) aparece publicada en 1879. La protagonista es la hija de Gervaise Macquart (de casada, Lantier). Nana se presenta como una artista de varietés, pero artista bastante mediocre, pero ¿a quién importa cómo es Nana artista? A sus admiradores, de las altas jerarquías y de la aristocracia, desde luego que no. Es su cuerpo lo que admiran, no sus dotes artísticas. Ha pasado de ser una golfilla de la calle (en la Taberna) a una de las prostitutas más solicitadas por los que son ‘alguien’ durante el Segundo Imperio: condes, duques, principes se la disputan. Un amor que la abandona, un hombre que roba por ella, un aborto, un suicidio serán algunas de las cosas que inician su declive. Después de una ausencia, vuelve a París para ver a su hijo, enfermo de viruela. Ella se contagiará y morirá, sola, y llena de pústulas y heridas que destruyen todo lo bello que en ella quedaba. En las calles, el pueblo grita: “¡A Berlín!, ¡A Berlín!” El Segundo Imperio, al igual que Nana, también muere. La novela fue todo un éxito y Zola la calificaba como una de las mejores de su producción.
10. En 1882, se publica Octavio (Pot-bouille). Este personaje ya había aparecido de forma secundaria en La Conquista de Plassans, se trata de Octavio Mouret (hijo de Marta Rougon y François Mouret). Es un joven provinciano con pretensiones de hacerse rico en la gran capital. Octavio vive en un gran edificio, con una hermosa entrada y una fachada no menos hermosa, pero, dentro, se entretejen las vidas de los inquilinos, si en apariencia todo es honorabilidad y respetabilidad, en el fondo, todo es falsedad. En realidad, los burgueses que viven aquí son la representación de una doble moral, de una decadencia absoluta, que, acabará, corrompiendo al joven y adoptándolo como nuevo integrante. “Uno acá se vuelve indecente a pesar suyo”, dice una de las criaditas, y así es. Toda una crítica social hacia la burguesía que vive en una falsa ostentación.
11. El paraíso de las damas (también La Felicidad de las Damas o la Dicha de las Damas), de 1883, viene a ser una continuación de Octavio. El título se refiere al comercio de paños que Octavio Mouret ha heredado de su esposa. Denise es una joven que llega desde Valognes, al morir sus padres, para vivir con su tío Bauru. Bauru es un pañero, tiene un pequeño comercio, nada que ver con lo que esperaba encontrar su sobrina, que lo suponía rico y sin problemas financieros, que, es precisamente, lo único que le queda. En la zona, una de las antiguas mercerías se está convirtiendo en un gran almacén, se trata, precisamente del Paraíso de las Damas. Octavio Mouret ha convertido el negocio que le legó su esposa en un gran comercio, donde la presentación vale más que la calidad, pero con gran éxito entre las clientas, que llegan atraídas al negocio por los precios y por el conquistador Octavio. Denise, por la precaria economía familiar y pese a los prejuicios que tiene, se ve obligada a trabajar en este gran almacén. Y, como suele pasar en las novelas sentimentales, aunque las relaciones entre empleada y dueño, no son, en principio, excelentes, ambos acabarán enamorándose y casándose. No existe, como en la anterior entrega una crítica política ni se detiene mucho en las condiciones de los obreros, Zola, vuelve aquí a atacar a la burguesía comercial, pero además bordea, la novela sentimental, sin caer, por supuesto, en el sentimentalismo.
12. La alegría de vivir (1884) es lo que siente Pauline Quenu (hija de Lisa Macquart y del carnicero Quenu). Pauline queda huérfana a los diez años y es recogida por unos primos, los Chanteau, que devoran la fortuna de la joven, sin que ella haga nada por solucionarlo. Igualmente, ayuda a los pobres, quienes le roban. Ama al depresivo y siempre triste Lázaro, el hijo de los Chanteau, lo apoya, e, incluso, financia algunas de sus empresas quiméricas, para luego ser dejada de lado, pues él prefiere casarse con otra rica heredera, Louise. Estas y otras cosas podrían haberla convertido en un ser triste, pero no, ella, sigue disfrutando la vida y desbordando de alegría y de energía. Pauline acabará cuidando de Paul Chanteau, hijo de Lázaro de Louise, quien acabará gastando hasta su última moneda. Sin que por ello, la alegre Pauline deje de esperar que le suceda algo positivo. En realidad, el título tiene cierta ironía, pues la alegría de Pauline está cercana a la misma inocencia que demostraba Desirée Mouret, es una especie de escape de la vida desagradable que les tocó.
13. Germinal, apareció en 1885. Zola, antes de escribirla, hace todo un trabajo de lo que hoy en día podríamos considerar periodismo de investigación: visita las minas, habla con los mineros, conoce sus problemas, pasea por los villorrios donde viven, desciende, incluso, a los pozos donde trabajan. Es, sin duda alguna, una de las mejores novelas que trata el tema del proletariado, sus dramas, sus miserias, retrata, fielmente, los inicios del sindicalismo contemporáneo. Y nadie diría de esta obra que es un reportaje ni una crónica, muy al contrario, es una excelente novela, cada personaje está perfectamente individualizado y caracterizado, pero podríamos decir que, al igual que en el Vientre de París, el protagonista central era el Mercado, aquí el protagonismo lo tiene la Mina y todo lo que ella conlleva. Hay, por supuesto, un protagonista humano también, se trata de Etienne Lantier (hijo de Gervaise y hermano de Claude, Naná…). Este joven, vagabundea por las zonas mineras, buscando un trabajo y lo encuentra en el Voreux. También encuentra alojamiento en el mismo poblado, en casa de una de las familias que laborean en los pozos. Las condiciones de vida de estas personas es bastante precaria, todos, desde los más pequeños hasta los más viejos, viven por y para la mina, que apenas les da lo suficiente para mantenerse; todo lo contrario a los dueños que viven cómodamente y que tratan a sus obreros como si fueran limosneros, les ofrecen caridad, cuando deberían ofrecerles mejores condiciones para su trabajo. En medio de toda esta miseria laboral, están entretejidas las vidas de los mineros: nacimientos, engaños, amores, desamores, muertes… Etienne se ve involucrado en todo ello y, sin saber muy bien cómo, se ve capitoneando y organizando una revuelta de obreros, que piden mejoras en una mina que está en peores condiciones de lo que ellos mismos suponen. Y, aunque en la mina no todo acabe como en los cuentos de hadas, el futuro está lleno de esperanzas por ese movimiento obrero que está ‘germinando’: “Los hombre empujaban, y un ejército negro, vindicador, que germinaba lentamente en los surcos, se aprestaba para redondear las cosechas del siglo futuro y cuya germinación pronto haría estallar la tierra”
14. La obra (1886), dejamos a los obreros y la problemática industrial y volvemos a París, en esta ocasión, al círculo de los jóvenes artistas, y, más allá, a la obsesión por conseguir la Obra Perfecta. Claude Lantier (aquel artista al que veíamos pasear por el Mercado Central en el Vientre de París) ha instalado un taller, en el que ha creado un mundo propio, que se ve interrumpido por la llegada de una mujer, una muchacha joven, Cristina. Ella será la modelo de una de sus creaciones que, de un simple boceto, acabará convirtiéndose en un panel de dimensiones colosales, al que el artista califica como La Mujer, y será esta mujer con mayúsculas, la obra en sí, lo que acabe obsesionándolo hasta su final. Mientras, Zola nos deja ver cómo era el mundo que gira en torno al arte y a los artistas, algo bohemio, algo burgués. Claudio, artista autodidacta, y sus amigos, conforman un grupo frente a los artistas ‘académicos’, que, curiosamente, acabarán recibiendo la influencia de Lantier, sin que ello suponga que el pintor haya triunfado en ninguna de las exposiciones en las que participa. Una curiosidad, entre este grupo de pintores y artistas, hay un escritor que, por su forma de pensar y por sus propios actos, nos recuerda bastante al mismo Zola. Y otro detalle, en uno de esos guiños que a Zola le gusta hacer, al final, nos encontramos con la aparición fugaz de Octavio Mouret, sin ser mencionado siquiera su nombre, lo describe como ‘el dueño de unos grandes almacenes’.
15. Y del París de los artistas, volvemos al campo en La Tierra (1887). Juan Macquart (hijo de Antoine y sobrino de Pierre Rougon) llega a Chateaudun, región eminentemente agrícola, donde descubrirá hasta qué punto puede llevar a las personas la ambición por poseer más tierra. No es un campo idílico, aunque por la primera estampa que Juan ve, una chiquilla cuidando de una vaca, se podría decir eso, pero en seguida las circunstancias desengañarán al lector que lo hubiera imaginado. Por la tierra, las personas se odian, se aman y se matan, cuando de poseer se trata, no hay ni amores filiales ni contemplaciones de ningún tipo. Existe también un enfrentamiento entre los que quieren seguir con las viejas formas de cultivo y los que quieren introducir reformas, nuevas maquinarias que los mismos campesinos temporeros rechazan, temiendo que ello signifique quedarse sin trabajo. Porque, en el campo, de un año a otro, puede pasarse de la más absoluta de las riquezas a la más miserable de las pobrezas. Tal como Juan acaba reflexionando, todo se reduce a “Pasiones, muerte, dolor, lágrimas, simiente.” Y dejemos a Juan, por ahora, lo volveremos a ver más adelante.
16. En 1888, aparece una obra con un estilo totalmente diferente, es el Sueño (o el Ensueño). Una novela algo extraña por la historia que cuenta, que bordea casi el misticismo. El día de Navidad, en medio de la nieve y del frío, una niña se refugia en el pórtico de una iglesia, siendo recogida por los casulleros de la Catedral, los Hubert y su vida transcurrirá plácidamente en Beaumont, leyendo historias de santo, adentrándose en su misticismo y bordando las casullas de los frailes de la catedral. Angélica, que así se llamaba la niña, acabará convirtiéndose en la mejor bordadora de la zona. Lo que incitará al nuevo obispo encargarle que ella misma borde sus prendas, provocando el acercamiento entre Feliciano, el hijo del obispo, y la bordadora. Es curioso que la joven lleve el delirio familiar por el camino del misticismo siendo hija de quien parece ser, Sidonia, la hija mayor de los Rougon, mujer (que como veremos en Dinero o se había visto ya en la Jauría) no tiene nada de mística. Es tanto el misticismo en el que vive Angélica que su propia vida parece un sueño y como los sueños acaba desmaterializándose.
17. Y damos otra vuelta a la historia con La bestia humana, de 1890. El título de La Bestia humana tiene dos lecturas, por un lado se refiere al tren, una gran bestia de hierro, pero, también el hombre que es, con toda propiedad, la bestia humana. El instinto asesino es el centro de esta obra. El protagonista, en esta ocasión, es Jacques Lantier, otro de los hijos de Gervaise y su marido, hermano, por lo tanto de los ya conocidos Etienne, Claudio y Naná. Jacques es un hombre serio, trabajador, entregado por completo a su oficio de maquinista de tren, sólo tiene un problema, cuando se encuentra con una mujer se despierta en él una pasión ciega y destructora, se convierte en ‘una bestia humana’. Pero no es el único que puede llegar a ser una bestia humana, otros llegan a ese punto por ansias de dinero, por sentirse oprimido, por librarse de un extorsionados… Todos los motivos los recoge Zola en esta obra, que se convierte en una de las primeras novelas negras de la historia. El maquinista ve matar a uno de los jefes de la locomotora (Grandmorin), en manos de otro trabajador del tren (Roubaud) y de su mujer (Séverine), en lugar de acusarlos, los protege, lo que le facilita convertirse en el amante de la mujer asesina. Hay otra historia paralela, en la que un marido (Misard) mata a su mujer (Phasie), buscando un dinero que ella se ha reservado y que no quiere compartir con él. La hija de este matrimonio, Flora, se enamorará de Jacques, que no se atreve a unirse a ella, conociendo esa vertiente más oscura que le inspira el estar cerca de una mujer y temiendo no poder controlarla ante la joven. Igual que Zola se informó para escribir Germinal sobre todo lo que concernía al mundo de los mineros, en esta ocasión, nos sorprende el gran conocimiento que tiene sobre el mundo ferroviario y las grandes maquinas que se mueven sobre las vías. Por otro lado, Zola no se ocupó para nada del análisis psicológico de estos personajes, simplemente narra los hechos, sin juzgarlos ni psicoanalizarlos (cosa que habría sido, además, anacrónica).
18. En 1891, volvemos a París con El dinero. De nuevo Aristide, acompañado de otros personajes de la saga, como sus hermanos Sidonia y Eugenio y su hijo Máximo. Y, el gran personaje: el dinero. “¡El dinero, el dinero rey, el dinero Dios, por encima de la sangre, al margen de las lágrimas, adorado sobre un pedestal más algo que los vanos escrúpulos humanos, en lo infinito de su poderío!” Y si este Dios dinero tiene un vasallo, no hay que buscarlo muy lejos, es, sin duda, Aristide Rougon o Saccard. La Bolsa cae y con ella, Aristide pierde algo de su patrimonio, lo justo para que, desesperadamente, busque otras formas de conseguir un nuevo negocio que le proporcione un nuevo capital. No es que le falte, simplemente, está obsesionado por tener más. Aristide no hace nada que no esté encaminado a este fin. Ambición, pasiones y dinero, una mezcla perfecta para conseguir una gran obra literaria. A esto añádase temas tan vigentes en el siglo XIX como en el XX: los católicos conservadores contra el capital judío, el papel de la masonería; la importancia de la Banca en la vida sociopolítica; etc… Y de nuevo, las historias familiares, las obsesiones. Todo ello ambientado excelentemente bien por Zola que, de nuevo, ha investigado antes de agarrar la pluma y ha entrado hasta lo más recóndito de esta sociedad financiera. Como punto de salida, un hecho histórico: la quiebra de un famoso banco francés, la Unión General de Eugène Bontoux, causada, especialmente por la especulación de los Rothschild.
19. En El Desastre (La Debacle) de 1892, volvemos los ojos hacia la Historia de Francia. Es la Guerra francoprusiana que hará caer al Segundo Imperio. ¿Recuerdan al pueblo gritando, al final de Naná, “A Berlín, A Berlín”? Pues no es una sorpresa, no se llegó a París y para colmo la guerra supuso el gran desastre final. Juan Macquart, una vez que Francisca, su mujer en Tierra, ha muerto, se refugia en el campo de batalla. La novela es una denuncia de la guerra y sus horrores, pero también es una historia de amistad. Juan tiene un amigo, Maurice Levasseur, ambos defensores de la paz, pero cada uno con una visión diferente de cómo debe ser el después, mientras que Macquart sueña con un país en paz y en obediencia, Lavasseur sueña con el fin de las injusticias y la revolución. Por otra parte, Juan está prometido con Henriette, la hermana de Maurice. Una vez que la guerra termina, ambos luchan en la Comuna, pero uno frente a otro. En plena lucha, Macquart hiere de muerte a un comunero, cuando descubre que es, precisamente, su amigo, abandona las armas y París, al mismo tiempo que el amor. Volveremos a verlo en El Doctor Pascal, viviendo en la Provenza y casado con una campesina. Igual que vimos en Germinal, también aquí Zola se muestra optimista para el futuro: “El campo devastado estaba yermo, la casa incendiada, había caído al suelo; y Juan, el más humilde y el más dolorido, se fue derecho hacia el porvenir, para emprender la inmensa y dura tarea de reconstruir a Francia.”
20. El Doctor Pascal, de 1893, cierra toda la saga. Pascal Rougon es hijo de Pierre y Félicitè. Vive en una casona, acompañado de una criada y de su sobrina Clotilde (la hija de Aristide), y lleva 30 años dedicado a estudiar las leyes de herencia genética que afectan a su propia familia. Durante estos 30 años ha ido acumulando documentos de cada uno de los miembros. Documentos que su madre preferiría ver destruidos, para ello, para destruirlos, se busca la complicidad de la criada y de Clotilde. Se inicia una lucha entre la ciencia, encarnada por Pascal, y la superstición y la religión, encarnadas por las tres mujeres. La sobrina logra arrebatarle la llave y Pascal le revela el trágico destino de los suyos, cómo cada miembro de la familia se ha encaminado hacia su propio final, en medio de obsesiones, locuras, crisis histéricas… Pascal enferma y Clotilde tiene que cuidarlo, será entonces cuando ambos se den cuenta de que se aman, Pascal intenta casar a su sobrina con un médico amigo, pero Clotilde se niega. Si la primera parte de la historia fue una lucha entre ciencia y superstición, la segunda parte narra los amores incestuosos de tío y sobrina. Un revés económico rompe esta relación. Pascal quiebra económicamente y manda a su sobrina a París, ella, por otra parte, debe cuidar a su hermano Máximo, que padece ataxia. Pascal se queda solo en su casa, a los dos meses enferma de corazón. Al mismo tiempo se entera que Clotilde espera un hijo de él. La llama a su lado, pero cuando llega, él ya ha muerto. Clotilde no puede impedir, tampoco, que Felicitè y la criada quemen los documentos sobre la trayectoria genética de la familia, sólo puede salvar el árbol genealógico. La novela acaba con el nacimiento del hijo de Pascal y Clotilde, en una especie de canto al futuro. El hijo de Pascal es el último de los Rougon, pero además es la continuación de su padre, del científico que defiende la vida.
Como vemos los Rougon-Macquart es toda una novela épica, pero aquí los héroes se han convertido en personajes débiles, enfermos que viven en un momento histórico que, como la misma familia, es en el fondo, debil.
jueves, 13 de agosto de 2015
Muerte a Crédito de Louis Ferdinand Céline
Si cierro los ojos y pienso en la mejor novela que he leído sigue emergiendo Muerte a Crédito de Louis Ferdinand Céline. La literatura francesa le debe mucho a la obra Ferdinand Céline y el resto del mundo también. Muy pocos escritores tan grandes, tan magníficos han sido borrados, hasta vilipendiados, como Céline.
Céline fu un monstruo, verdad. Hoy quisiera decir algo que esta Muerte a Crédito (1932), la novela total, mejor a mi juicio que el libro que le dio fama, Viaje al fin de la noche (1936). Una de las pocas ventajas de la era electrónica es la inmediatez. Podéis descargar Muerte a Crédito o Viaje al fin de la noche en pdf, epbub, kindle y demás formatos en un montón de tiendas como Amazon, Fnac, Casa del Libro, etc, eso sí, entre 6 y 10 €, algo caro.
Si en Viaje al fin de la noche Céline destapa lo absurdo de la guerra y la crisis de sistema en Francia, entre mil cosas más, en Muerte a Crédito el autor viaja, en una especie de pseudobiografía a la infancia y la adolescencia, pero con tremendos saltos temporales que pasan por la edad madura. Toda una vida pues, y además, el escritor francés inventa (no bromeo) una nueva manera de escribir novelas. En mi opinión, que vale tanto como un vaso de leche, más libre, más auténtica, más divertida, más de verdad. Extrañará mi comentario a los que conozcan la obra del genio.
Céline fu un monstruo, verdad. Hoy quisiera decir algo que esta Muerte a Crédito (1932), la novela total, mejor a mi juicio que el libro que le dio fama, Viaje al fin de la noche (1936). Una de las pocas ventajas de la era electrónica es la inmediatez. Podéis descargar Muerte a Crédito o Viaje al fin de la noche en pdf, epbub, kindle y demás formatos en un montón de tiendas como Amazon, Fnac, Casa del Libro, etc, eso sí, entre 6 y 10 €, algo caro.
Si en Viaje al fin de la noche Céline destapa lo absurdo de la guerra y la crisis de sistema en Francia, entre mil cosas más, en Muerte a Crédito el autor viaja, en una especie de pseudobiografía a la infancia y la adolescencia, pero con tremendos saltos temporales que pasan por la edad madura. Toda una vida pues, y además, el escritor francés inventa (no bromeo) una nueva manera de escribir novelas. En mi opinión, que vale tanto como un vaso de leche, más libre, más auténtica, más divertida, más de verdad. Extrañará mi comentario a los que conozcan la obra del genio.
Muerte a Crédito es un canto al estar vivo, a la vida, si se quiere. Un canto atroz, burlón, sádico, bestial. Pero oda al fin y al cabo. La impresión que deja el libro es la siguiente: entras en un bar, en el fondo hay un borracho sentado frente a una mesa pequeña y redonda. Hay una silla vacía ahí. Es para ti, que eres el lector. No, eres el oyente. Te sientas. El tipo da un trago a una bebida indefinible y empieza a hablar. Tú escuchas. Simplemente. Parece que divaga, parece un moribundo que quiere que alguien oiga su historia por última vez. No, no es eso. Es literatura de altos vuelos: prosa, ironía, sarcasmo, poesía, humor truculento (cómo llegué a reír...), historia viva, reflexiones, almas errantes.
Con un perfecto desorden coherente. Para darle más verosimilitud, el tipo este, Céline, usó la jerga a base de bien para terror de insensatos y atrevidos traductores. No tengo dudas, en ningún otro libro he sentido tan cerca la vida, esto que es pasar los días. El pálpito entre las manos. Hasta se puede oler. Se produce en la prosa de Louis Ferdinand Céline una paradoja tremenda, cósmica. Céline fue un escritor terriblemente libre y el adjetivo no es baladí.
En cambio, abrazó el totalitarismo, en su caso, el nazismo. Por suerte, queda su obra. De ella Vargas Llosa escribió recientemente: “muchos se resisten a reconocer el talento de Louis-Ferdinand Céline (1894-1961). Pero lo tuvo, y escribió dos obras maestras, Viaje al final de la noche (1932) y Muerte a crédito (1936), que significaron una verdadera revolución en la narrativa de su tiempo.
Luego de estas dos novelas su obra posterior se desmoronó y nunca más despegó de esa pequeñez y mediocridad en que viven, medio asfixiados y al borde de la apoplejía histérica, todos sus personajes.” Me temo que Vargas Llosa tiene razón. De algún modo Céline se adelantó a su tiempo. Luego vendrían otros, como Henry Miller y sus Trópicos. Dijo Céline en Muerte a Crédito: “contaré cierto tipo de historias para que ellos vuelvan, expresamente, a matarme; volverán desde los cuatro rincones del mundo. Entonces todo habrá terminado y estaré contento”. No olviden la máxima de Pessoa: el poeta es un fingidor. Y Céline fue un gran poeta.
Con un perfecto desorden coherente. Para darle más verosimilitud, el tipo este, Céline, usó la jerga a base de bien para terror de insensatos y atrevidos traductores. No tengo dudas, en ningún otro libro he sentido tan cerca la vida, esto que es pasar los días. El pálpito entre las manos. Hasta se puede oler. Se produce en la prosa de Louis Ferdinand Céline una paradoja tremenda, cósmica. Céline fue un escritor terriblemente libre y el adjetivo no es baladí.
En cambio, abrazó el totalitarismo, en su caso, el nazismo. Por suerte, queda su obra. De ella Vargas Llosa escribió recientemente: “muchos se resisten a reconocer el talento de Louis-Ferdinand Céline (1894-1961). Pero lo tuvo, y escribió dos obras maestras, Viaje al final de la noche (1932) y Muerte a crédito (1936), que significaron una verdadera revolución en la narrativa de su tiempo.
Luego de estas dos novelas su obra posterior se desmoronó y nunca más despegó de esa pequeñez y mediocridad en que viven, medio asfixiados y al borde de la apoplejía histérica, todos sus personajes.” Me temo que Vargas Llosa tiene razón. De algún modo Céline se adelantó a su tiempo. Luego vendrían otros, como Henry Miller y sus Trópicos. Dijo Céline en Muerte a Crédito: “contaré cierto tipo de historias para que ellos vuelvan, expresamente, a matarme; volverán desde los cuatro rincones del mundo. Entonces todo habrá terminado y estaré contento”. No olviden la máxima de Pessoa: el poeta es un fingidor. Y Céline fue un gran poeta.
Muerte a crédito: Louis Ferdinand Céline
En 1936, Céline entrega a su editor, Robert Denöel, un manuscrito con correcciones de Marie Carnavaggia[1] que había comenzado a escribir con dos títulos iniciales:L'adieu à Molitor o Tout doucement, transformándose ambos, finalmente, en Muerte a crédito: novela publicada entre Viaje al fin de la noche y Guignol’s Band. A pesar de que Denöel suprimiera en la edición ciertos pasajes de contenido obsceno, ello no impidió que una vez puesta a la venta se desencadenara la polémica. Céline dio por sentado un éxito semejante al de Viaje al fin de la noche, pero Muerte a crédito tuvo una acogida nefasta.
Si Viaje al fin de la noche narra la experiencia de Ferdinand Bardamu (su alter ego) en la Primera Guerra Mundial y en las colonias francesas en África, así como el desencanto de su estancia en América y su regreso a Francia para ejercer como médico rural, Muerte a crédito, evoca su infancia y formación en un ambiente familiar crispado y desesperante. Ferdinand es ahora el hijo de una bordadora de encajes, ansiosa y pesimista, a la que nunca se enfrentó. Este libro lo haría por él.
De tener que escoger entre una de las dos novelas, creo, sin temor a equivocarme, que es Muerte a Crédito la que emerge, se impone y posa en mi subconsciente, aproximándome como ninguna otra a la realidad, a la inmediatez de la vida.
Hay un antes y un después de Muerte a Crédito, y el fin de la noche puede esperar. Después de una lectura de estas características es imposible albergar la más mínima esperanza, alimentar un pensamiento afirmativo, vital o armonioso: y es ahí donde entra en juego su autor, ahí está Céline para desafiar nuestro equilibrio. No, no es su misión alentarnos, complacernos con sus pasajes, todo lo contrario. No obstante, en torno a esa vorágine desestabilizadora, posee la compleja habilidad de hacernos reír, hasta el punto de conseguir que no nos lo lleguemos a tomar al pie de la letra, porque sólo así lograremos empezar a comprenderlo.
He llegado a plantearme, no sin cierta confusión: ¿por qué es precisamente el pasaje más brutal y repulsivo de toda la novela –el violento enfrentamiento físico entre Ferdinand y su padre– el que se me ha manifestado, a fin de cuentas, como el más hermoso? Sé que esta apreciación es harto discutible, y no quiero perderme en el intento de analizar cuál debe ser, en última instancia, la función de la estética en la literatura o en cualquier manifestación artística: ahora bien…, suponiendo que en lo horrendo, lo soez y lo atroz también pueda existir belleza, y si es función del artista desconcertarnos a través de su obra: ahí aparece nuevamente Céline para demostrarlo.
Durante décadas se debatió su lenguaje: su célebre “transposición” del habla oral a la escritura, la sensibilidad con la que captó la fuerza y musicalidad de la jerga y el sentir barriobajeros, como también fue objeto de controversia su indiscutible capacidad para hacer tambalear los cimientos de la literatura francesa –para deleite de muchos y disgusto de otros–, porque al igual que Bardamu, su principal personaje, posee Céline la cualidad congénita de polemizar y desquiciar todo lo que emprende. Sin embargo, más allá de sus intenciones, su misantropismo, nihilismo, estilo e idioma propios, necesita Céline de otro elemento, sin el cual toda esa amalgama que engloba los rasgos de su buen hacer literario perdería su razón de ser: el lector celiniano. Un lector, ni mejor ni peor que el resto, pero con ciertas particularidades: tiene pensamientos inusitados y poco convencionales, hasta cierto punto sórdidos..., es impulsivo, y a la vez, tolera pacientemente doscientas páginas, frente a un argumento abierto, al tiempo que su narrador –demente en apariencia– desgrana una sucesión desarticulada y frenética de anécdotas y observaciones para construir, a través de personajes redondos y aplastantes reflexiones, una magnífica historia. Es a partir de ese instante cuando sobreviene su irremediable adicción.
A finales de 1943, sus panfletos antisemitas (Bagatelles pour une massacre, L'École des cadavres y Les beau draps), publicados con posterioridad a Muerte a Crédito, se vuelven contra él en forma de amenazas. Intuyendo lo que se le venía encima, el 17 de junio de 1944 decide huir, junto con su mujer, Lucette, a Cophenague. Primero llegan a Alemania, quedando atrapados en Sigmarignen junto a Petain, Laval y otros colaboracionistas franceses. y después a Dinamarca. Unos meses más tarde, la justicia francesa pide su extradición. Gracias a Aage Sidenfaden,[2] director de la policía de Cophenague, Dinamarca rechaza la reclamación francesa. Sin embargo, no se libra del arresto: es acusado de colaboracionismo y pasa más de un año en prisión. En julio de 1951, el autor de Viaje al fin de la noche regresa a Francia amnistiado, pero con el calificativo de “desgracia nacional”, título que obtendrá en un juicio celebrado en su ausencia. Sólo viviría diez años más.
A petición del escritor y abogado de origen judío, Serge Klarsfeld, en 2011, Fréderic Mitterrand excluyó a Céline, al cumplirse cincuenta años de su muerte, de la selección de Celebridades Nacionales que debían ser homenajeadas por la República francesa. Motivo: “haber puesto su pluma al servicio de una ideología repugnante”. Por su parte, el por aquel entonces alcalde socialista de París, Bertrand Delanoë, sentenció en una entrevista radiofónica: "Céline es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón". Posiblemente, toda esta polémica le otorgue una divulgación aún mayor a su obra. La corrección política, al fin y al cabo, nos brinda esa oportunidad: la de arrinconar y proscribir al escritor francés más leído y traducido después de Proust, la de vetar la posibilidad de rendirle homenaje, aunque literariamente sea una infamia negárselo: de ordinario, nos adiestra como a primates en valorar la obra de cualquier creador con parámetros que, poco o nada, tienen que ver con el talento que pueda destilar su obra stricto sensu. ¿Será esa aspiración a los supremos valores universales, único estatuto ante el que todo el mundo debe inclinarse, la que logra que muchos de sus lectores se debatan entre la fascinación por su obra y la condena por su faceta antisemita?
Si comparamos las razones de este rechazo con la grandiosidad de su escritura, cualquier fundamento que motive este descrédito nos acabará resultando mezquino.
En cualquier caso, el interés por seguir las tribulaciones de Ferdinand Bardamu o el deseo de leer la obra de Céline, en Francia, nunca ha decrecido.
1] Marie Carnavaggia (1876-1976): secretaria personal de Céline a partir de 1936, quien poco antes de su muerte, transcribió y corrigió sus obras. En 1995 se publicaron las Lettres à Marie Carnavaggia que recopilan toda la correspondencia de los años que pasó Céline en Dinamarca y en su exilio en Korsör en el Mar Báltico (1945-1950).
[2] Céline Secreto, Lucette Destouches.
Fuente
La Muerte a Crédito de Louis-Ferdinand Céline
Al escribir esta entrada, y de paso rememorar los variados acontecimientos narrados la obra, resulta inevitable pensar en la infancia misma, desde los más nimios acontecimientos, hasta los que de una u otra forma marcaron el camino hacia la adultez.
Céline logra eso en el lector (o por lo menos en mí). Le hace pensar que incluso su vida tiene un verdadero valor literario, que las historias están por todo lado y que a veces o generalmente el lenguaje y la forma como se dice, rebasa ampliamente su contenido. En esta, su segunda gran novela, Céline después del latigazo del "Viaje al fin de la noche", nos trae otra maravilla, llena de evocaciones, sueños, frustraciones, anhelos, redenciones y por encima de la muerte, vida.
Los personajes son tan miserables pero tan naturales que no inspiran otra cosa que compasión y amor. Se trata básicamente de una narración de carácter autobiográfico. Céline nos introduce en su vida, nos lleva por largos caminos de interjecciones, de sonidos, de malabarismos verbales y de jergas gitanas que uno termina por familiarizarse con expresiones que en ocasiones provocan la risa. Esto solo lo logra un gran arquitecto de la narrativa, como Céline.
Un viejo y enfermo Céline cuenta sus tempranos años, así empieza "La muerte a crédito". Y entonces una infinidad de temas saltan a la vista, pasan por su pluma envenenada y satírica, como invitados con los cuales el autor se divierte y moldea las formas que le dan la gana. Esto aunado al majestuoso manejo del lenguaje que nos presenta esa jerga de barriada, usada para exhibir la desbordante lucidez que lo caracteriza, logran que la novela alcance unas altas cotas de lirismo, de música ondulante entre párrafo y párrafo.
" Disponía de otros preceptos para mi edificación moral, para mi rehabilitación. Me lo ofrecían todo antes de que me marchara. Me lo llevaba todo a Inglaterra, lo buenos principios... Excelentes... y la gran vergüenza de mis instintos. No me iba a faltar de nada. El precio estaba convenido. Dos meses enteros pagados por adelantado. Prometí ser ejemplar, obediente, valiente, atento, sincero, agradecido, escrupuloso, no mentir nunca y sobre todo no robar, no volver a meterme los dedos en la nariz, volverme irreconocible, un auténtico modelo, engordar, aprender el inglés, no olvidar el francés, escribir al menos todos los domingos. Prometí todo lo que quisieran, con tal de que me dejaran marcharme en seguida... Que no volviera a empezar una tragedia. Después de haber hablado tanto, ya no nos quedaba cháchara... Era el momento de partir. Se me ocurrían pensamientos feos, me venían sensaciones preocupantes, me preguntaba si los ingleses serían tal vez más cabrones, más hijoputas, y peores que los de aquí..."
Las primeras páginas son duras, pues el autor no da espera, no le da tiempo al lector de entender su propósito de mostrar al Paris de hace cien años como era, de hacer gala de esa objetividad y del sentimiento implícito de perfección y humanismo que trae cada página. Los pequeños acontecimientos vienen acompasados de desgracia o mejor aún, de una triste felicidad dada por la mediocridad de sus personajes.
La pobreza y la miseria intelectual van de la mano en muchos de los personajes, no tan así en el padre de Céline. Allí, el hombre representa ese antihéroe que más que juzgado es observado por su hijo, sin que tenga nada para mostrarle o quizás enseñarle. Muchos años después, Céline calificó a su padre como un hombre de letras que siempre quiso escribir, pero que no nunca lo hizo. En la novela nunca se lee una mala palabra de Céline frente a su padre, no obstante los sentimientos cercanos a la repulsión que a veces sentía, por tener que llevar una pobreza digna, que según él, es la peor de todas.
Posiblemente el gran aporte de Céline a la literatura se dio en el "Viaje al fin de la noche", al introducir el lenguaje hablado al literario, rompiendo toda regla hasta entonces. Esa "invención", se amplía en "La muerte a crédito", en donde los diálogos son sencillamente certeros, llenos de un realismo adictivo al extremo, limpios respecto de la visión del autor, parecen sencillamente no escritos, solo hablados. Esa es en gran parte, la magia de este libro.
Algunos dirán que hay muchos puntos suspensivos, lo cual es cierto. También, que las interjecciones le quitan ritmo y a veces no se entiende o no se sabe hacia dónde va el relato, qué pretende el autor. Pero ese precisamente es uno de sus mayores valores, la incertidumbre de la vida misma llevada a las palabras, al sentimiento que concatenadas estas producen, que en mi caso es un dejo de nostalgia frente a otras épocas, frente a la ingenuidad de muchos de los personajes y del mismo Ferdinand.
"Lo arrastré por el suelo... Rugía... Berreaba... ¡Vale ya! Le acaricié la carne del cuello... Estaba de rodillas sobre él... Me enredé con los vendajes, se me quedaros las dos manos cogidas. Tiré. Apreté. Seguía pisándolas... Pataleaba... Me dejé caer con todo mi peso... Estaba asqueroso... Soltaba gallos... Yo lo machacaba... Lo estrangulaba... Estaba en cuclillas... Me hundí de lleno en la piltrafa... Babeaba... Tiré... Arranqué un buen pedazo de bigote... ¡Me mordió el guarro!... Le hurgué en los agujeros... Todo pringado... mis manos resbalaban... Se retorció...Se me deslizó de los dedos... Me aferró con ganas en torno al cuello... Me atacó la glotis... Yo apreté más. Le casqué la chola contra las baldosas... Se soltó... Volvió a quedar fláccido... Fláccido bajo mis piernas... Me chupó el pulgar... Siguió chupando... ¡Joder! Alcé la cabeza justo entonces... Vi la cara de mi madre precisamente ahí a la altura de la mía... Me miraba, con ojos desorbitados... Se le dilataban los acáis tanto, que yo ya no sabía ni dónde estaba... Lo solté... ¡Otra cabeza surgió de la escalera!... por encima del hueco... ¡Era Hortense!... ¡Seguro! ¡Exacto! ¡Era ella! Lanzó un grito prodigioso... ¡Socorro! ¡Socorro!, se desgañitaba... Me fascinó también ella entonces... Solté a mi viejo... Di un salto... ¡Ya estaba encima de Hortense!... ¡Iba a estrangularla! ¡A ver cómo pataleaba ella! Se desasió... Le pintarrajeé la cara... Le cerré la boca con las palmas... El pus de los forúnculos, la sangre compacta, reventó, le chorreó... Las piaba más fuerte que mi papá... La agarré... Se retorció... Estaba cachas... Yo quería estrangularla también... La sorpresa... Como un mundo oculto que se agita en tus manos... ¡La vida!... Hay que sentirla... Le zurré el cogote a base de golpes tercos contra la barandilla... Retumbaba... Le sangraban los cabellos... ¡Aullaba! ¡Se le había abierto! ¡Le metí un dedo en el ojo!... No la tenía bien cogida... Se zafó... Dio un brinco... Salió de naja... Tenía fuerza... Cayó rodando por las escaleras... La oí vociferar desde fuera... Alborotaba la calle... Sus gritos se oían hasta arriba... ¡Al asesino! ¡Al asesino!... Oí los ecos, los rumores."
La ironía llega a cimas altísimas. A veces, para calificar algo como irónico, hay que tener un elemento de juicio al otro lado de la balanza que nos haga pensar en lo opuesto, pero en esta historia hablar de simple ironía sería facilismo, pues no hay con qué contrastarla, no hay un deber ser constante. La vida se convierte en una broma de mal gusto, deja un sinsabor en la boca de todos, solo que unos se dan cuenta y otros no. Aquellos que no, son dibujados con "ironía", los que sí, son monstruos.
El joven Ferdinand deja su casa después de haber intentado ser aprendiz de comerciante, ayudante en un taller, y finalmente haber intentado una vida en Inglaterra aprendiendo un idioma, algo por lo cual sus padres sacrificaron casi todo y que el muchacho tiró por la borda. Momentos extremos, dolorosos, amorosos, sobrecogedores, escatológicos y después de todo, humanos, marcan la primera adolescencia de Ferdinand.
En una segunda parte, el joven Ferdinand, conocer a Courtial des Pereires, un inventor loco y enmbaucador, amigo de su tío, quien es el único que lo recibe después de que el muchacho golpeara a su padre casi hasta matarlo, al anti héroe, al desdichado viejo. En este momento la historia deja de ser un poco personal y se adentra en descripciones detalladas de los inventos, actividades y en general el entorno que rodea su nueva vida con Des Pereires. Aquí Ferdinand traspasa la barrera de contar su vida, para ser un observador objetivo de la vida de Des Pereires. Se convierte en su ayudante, su mano derecha. Un Sancho Panza moderno.
Courtial es su amigo, aunque no tenga una sola palabra para él ni buena ni mala. Lo ve de lejos para unas y de cerca para otras, pero lo cierto es que, de manera más inconsciente que consciente, su figura marcará el final de una etapa y provocará en él sentimientos insospechados.
El final es lo de menos. En historias como estas da la sensación de que cualquier cosa que se diga para poder concluir la historia, sobra. De hecho que que empalma con el comienzo del "Viaje". Bien puede haber un final redondo o simplemente ninguno. Ya con lo dicho basta. Lo cierto es que toda la inocencia escondida y negada a través de páginas y páginas, golpes y golpes, desdichas e infortunios a lo largo de la historia, se ven descifradas y expuestas con un hermoso "No, tío".
Fuente
domingo, 9 de agosto de 2015
El tedio de Alberto Moravia
Dino, miembro de una rica familia burguesa, se ha dedicado a la pintura por aburrimiento: es decir, esperando poder entablar, por medio de la expresión artística, esa relación con las cosas que de otra manera no consigue establecer.
Pero al cabo de diez años de trabajo, el acto de destruir la tela en la que está trabajando se le revela como su primer gesto verdaderamente creativo. Conoce a Cecilia, de quien se afirma que ha llevado a la desesperación y a la muerte a un hombre, y se hace su amante, curioso por descubrir qué es lo que la había hecho indispensable al otro. La muchacha se le revela disponible para todo y para todos, y por ello mismo inaccesible; pese a «poseerla» físicamente, nota que ella le huye.
Querría sentirla suya porque, aburriéndose de ella, se resituaría en la dimensión cotidiana de la realidad. Sin embargo, no logra hacerla suya ni con el dinero, que ella acepta y se gasta con otro, ni con una propuesta de matrimonio, que es rechazada, ni tampoco con un gesto homicida, del que se retracta justo a tiempo. Tras sobrevivir a un intento de suicidio, Dino se da cuenta de que ya no desea poseerla: la ama de manera distinta, aceptando el que viva al margen de él.
Pero al cabo de diez años de trabajo, el acto de destruir la tela en la que está trabajando se le revela como su primer gesto verdaderamente creativo. Conoce a Cecilia, de quien se afirma que ha llevado a la desesperación y a la muerte a un hombre, y se hace su amante, curioso por descubrir qué es lo que la había hecho indispensable al otro. La muchacha se le revela disponible para todo y para todos, y por ello mismo inaccesible; pese a «poseerla» físicamente, nota que ella le huye.
Querría sentirla suya porque, aburriéndose de ella, se resituaría en la dimensión cotidiana de la realidad. Sin embargo, no logra hacerla suya ni con el dinero, que ella acepta y se gasta con otro, ni con una propuesta de matrimonio, que es rechazada, ni tampoco con un gesto homicida, del que se retracta justo a tiempo. Tras sobrevivir a un intento de suicidio, Dino se da cuenta de que ya no desea poseerla: la ama de manera distinta, aceptando el que viva al margen de él.
sábado, 8 de agosto de 2015
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Céline no tuvo mucha suerte en vida, o mejor, fue un hombre atormentado y olvidado que murió sin saber que su novela Viaje al fin de la noche se convertiría pocos años después en una de las más grandes y más leídas novelas del siglo XX. Estamos ya en el XXI, y quizá el libro, al ritmo de los tiempo, ha quedado enterrado por una pila de mitos y leyendas, por ese sambenito de libro pesado, largo, puede que incluso aburrido, pero eso son ecos de la época, de la superficialidad, de lo que se descarta simplemente por desdén, por no salir en televisión o no estar de moda. Lo cierto es que Céline es fácil de leer y extremadamente duro de asimilar, no desde luego por la complejidad de sus obras -al fin y al cabo, Viaje al fin de la noche y el resto de novelas poseen un hilo conductor sencillo y un marcado carácter autobiográfico, nada más- sino por la dureza de lo que cuenta. Su verdadera innovación fue el lenguaje, y no me refiero sólo que utilizara jerga vulgar, la lengua de la calle, algo inusitado hasta la fecha en lo que se consideraba la gran literatura francesa, sino al ritmo de su prosa, a la rabia y al fuego con el que encendía las palabras, a la fuerza expresiva y original de su sintáxis, a su modo de conjuntar los vocablos para evocar el asco, lo inhóspito y despiadado que había vivido. Junto con Proust -aunque sea su antítesis en apariencia- es sin duda el gran renovador de las letras francesas a pesar de los pesares, de su fama de antisemita, de colaboracionista y simpatizante nazi (algo dudoso), y no hay que olvidar que es el segundo autor francés más traducido y vendido a otras lenguas después de Albert Camus.
Era un hombre sin encantos evidentes, como se puede apreciar en las fotografías que reflejan su vida, amargado por un cúmulo de derrotas consecutivas que hubieran terminado por apagar la llama de cualquiera. Fue además escritor de una gran novela, lo que inevitablemente, como le ha sucedido a otros muchos, pareció convertir en desechable el resto de su obra, condenada a ser sólo editada en condiciones tras su muerte. Nacido en Courbevoie el 27 de mayo de 1894, el Céline con el que Louis-Ferdinand Destouches habría de entrar en el parnaso de la novelística del siglo XX era uno de los nombres de su madre. No hay lugar a dudas, la mejor forma de conocerle es leyendo ‘Viaje al fin de la noche’, tan autobiográfica como todas sus novelas, pero, si cabe, la que concierne a ciertos episodios cruciales en su vida. Convertido en Ferdinand Bardamou, Céline cuenta su experiencia en la guerra del 14 -donde las heridas que le causan los mismos alemanes a los que luego se venderá en el 39 le convierten en un héroe de Francia-, en el África colonial francesa y en unos Estados Unidos agobiantes, que empiezan a convertirse en la superpotencia que son actualmente. Acaba compartiendo las miserias de sus primeros pacientes -quienes raramente le pagan- en un suburbio de París. Tan mujeriego como políglota, las mujeres y los idiomas serán su llave y su norte en un periplo por unas sombras que no son otra cosa que cuanto de absurdo encierra la existencia.
Publicó con relativo éxito Viaje al fin de la noche en 1932, y posteriormente Muerte a Crédito, pero los sucesos acontecidos en la segunda guerra mundial hundieron su carrera literaria; fue sometido a escarnio público, encerrado durante casi un año en Dinamarca como preso de Guerra, condenado a muerte por colaboracionista y absuelto a última hora. Huyó a Alemania y fue perdonado por su país en el año 1951, fecha en la que regresó definitivamente a Francia, donde murió en 1961. Como anécdota, su obra comenzó a recuperarse gracias a Jean Paul Sartre, que reivindicó Viaje al fin de la noche con empeño y proclamó a Céline “el más grande escritor francés de siglo XX”
Viaje al fin de la noche es una de las obras maestras del siglo pasado, y contiene la autopsia de cien años de infamia y barbarie; un recorrido visceral por el colonialismo europeo, por los horrores de la Primera Guerra Mundial, por las hambrunas, el dolor y los desastres de la guerra. Una novela descarnada donde no hay héroes, sólo supervivientes y seres humanos condenados a perder, a sufrir, a morir como ratas. No se salva nadie, ningún país, ninguna circunstancia, sin aspirar siquiera a que se le perdone a él a pesar del lirismo de su relato, a ese personaje protagonista que con los ojos y las palabras del narrador establece un descenso absoluto a los infiernos, al verdadero rostro de la humanidad , a ese espejo en el que alguna vez debíeramos mirarnos.
Fragmentos
Los hombres se aferran a sus cochinos recuerdos, a todas sus desgracias, y no se les puede sacar de ahí. Con eso ocupan el alma. Se vengan de la injusticia de su presente revolviendo en su interior la mierda del porvenir. Justos y cobardes que son todos, en el fondo. Es su naturaleza.
(…)
Proust, espectro a medias él mismo, se perdió con tenacidad extraordinaria en la futilidad infinita y diluyente de los ritos y las actitudes que se enmarañan en torno a la gente mundana, gente del vacío, fantasmas de deseos, orgiastas indecisos que siempre esperan a su Watteau, buscadores sin entusiasmo de Cíteras improbables. Pero la señora Herote, de origen popular y substancial, se mantenía sólidamente unida a la tierra por rudos apetitos, animales y precisos. Si la gente es tan mala, tal vez sea sólo porque sufre, pero pasa mucho tiempo entre el momento en que han dejado de sufrir y aquel en que se vuelven mejores. El gran éxito material y pasional de la señora Herote no había tenido aún tiempo de suavizar su disposición para la conquista.
(…)
Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón.
(…)
Para el pobre existen en este mundo dos grandes formas de palmarla, por la indiferencia absoluta de sus semejantes en tiempos de paz o por la pasión homicida de los mismos, llegada la guerra. Si se acuerdan de ti, al instante piensan en la tortura, los otros, y en nada más. ¡Sólo les interesas chorreando de sangre, a esos cabrones! Princhrad había tenido más razón que un santo al respecto. Ante la inminencia del matadero ya no especulas demasiado con las cosas del porvenir, sólo piensas en amar durante los días que te quedan, ya que es el único medio de olvidar el cuerpo un poco, olvidar que pronto te van a desollar de arriba abajo. “
(Louis Ferdinand Celine. Viaje al fin de la noche)
Bibliografía
Viaje al fin de la Noche (1924), novela, para muchos su mejor obra.
Muerte a Crédito (1936), novela.
Apología de Muerte a Crédito (1936)
Guignol’s Band (1943), novela.
Casse-pipe (1952), novela.
De un castillo a otro (1957), novela.
Norte (1960), novela.
Fantasía para otra ocasión (1952), novela.
Fantasía para otra ocasión II — Normance (1954), novela.
Conversaciones con el profesor Y (1955)
El puente de Londres (1964), novela
Rigodón (1969), novela, obra póstuma
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