Idioma original: inglés
Título original: Double indemnity
Año de edición: 1936 (en Liberty Magazine) y 1943 (en libro)
Traductor: Manuel Barberá
Título original: Double indemnity
Año de edición: 1936 (en Liberty Magazine) y 1943 (en libro)
Traductor: Manuel Barberá
James Mallahan Cain, un clásico de la novela negra norteamericana, escribió esta historia dos años después de la celebérrima El cartero siempre llama dos veces y en ella insiste en el tema de la "mujer fatal", que arrastra a los hombres hasta el crimen. E igual que la otra, esta novela también fue llevada con éxito a la gran pantalla, con el expresivo título dePerdición, nada menos que por el maestro Billy Wilder, con guión del mismo y del no menos grande Raymond Chandler e interpretada por los grandísimos actores Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson. Ahí es nada... Todo un clásico también, no sólo del cine negro, sino de la Historia del cine, sin más.
Lo mismo que Pacto de sangre es un clásico de la literatura, aunque en este caso, sobre todo, de la literatura pulp: obras destinadas al consumo rápido y masivo en los años 20, 30 y 40 del pasado siglo. Así es esta novela: corta, intensa, directa, con un estilo eficaz, sin excesivas florituras; descripciones concisas y al grano... Quizás donde más se entretiene el escritor, curiosamente -o no tanto- es en contarnos los pormenores del crimen, por boca del propio autor del mismo. Porque en esta novela, y ahí radica quizá su mayor originalidad -sobre todo para su época-, la historia está contada desde el punto de vista narrativo del propio asesino, no del investigador, lo que hace que, paradójicamente (o no, pues también es uno de los efectos conseguidos por una buena narración), no dejemos de sentir empatía con él, a pesar de que en ningún momento deje de admitir sus actos o sus intenciones criminales.
La trama en sí, por otra parte, no es demasiado complicada: un agente de seguros se lía con la esposa de uno de sus clientes y ambos deciden matar al marido para cobrar una indemnización por accidente (de ahí el título en inglés). En principio, parece que es ella, prototipo de la femme fatale, la que convence y pervierte al tipo, pero la verdad es que tampoco parece que el protagonista, Walter Huff (bonito nombre), presente demasiada resistencia a la idea... de hecho, se le ve muy hábil a la hora de elaborar planes de asesinato.
Sería muy fácil atribuir este papel de fuerza oscura y perniciosa para el género masculino, que Cain reserva a las mujeres en sus novelas, así como el trasfondo de culpa y expiación que empapa la última parte de esta historia, a la educación católica recibida, al parecer, por este escritor, de orígenes irlandeses (también lo de apellidarse como el primer asesino de la Historia, según la Biblia, tiene que marcar, digo yo). Resulta tan fácil, insisto, que no me voy a resistir a hacerlo, aún a riesgo de caer en el tópico anticlerical. En todo caso, quizás aquí el Cielo perdiera un alma pura y la novela negra ganara un gran escritor. No lo sé. Lo que seguro no le era ajeno al sr. Cain, a juzgar por sus novelas, era el Purgatorio.
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