domingo, 9 de agosto de 2015

El tedio de Alberto Moravia

Dino, miem­bro de una rica familia burguesa, se ha dedicado a la pin­tura por aburrimiento: es decir, esperando poder enta­blar, por medio de la expresión artística, esa relación con las cosas que de otra manera no consigue establecer.

Pero al cabo de diez años de trabajo, el acto de destruir la tela en la que está trabajando se le revela como su primer ges­to verdaderamente creativo. Conoce a Cecilia, de quien se afirma que ha llevado a la desesperación y a la muerte a un hombre, y se hace su amante, curioso por descubrir qué es lo que la había hecho indispensable al otro. La mu­chacha se le revela disponible para todo y para todos, y por ello mismo inaccesible; pese a «poseerla» físicamen­te, nota que ella le huye.

Querría sentirla suya porque, aburriéndose de ella, se resituaría en la dimensión coti­diana de la realidad. Sin embargo, no logra hacerla suya ni con el dinero, que ella acepta y se gasta con otro, ni con una propuesta de matrimonio, que es recha­zada, ni tampoco con un gesto homicida, del que se re­tracta justo a tiempo. Tras sobrevivir a un intento de sui­cidio, Dino se da cuenta de que ya no desea poseerla: la ama de manera distinta, aceptando el que viva al margen de él.

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