viernes, 13 de noviembre de 2015

Literatura de Terror

La Novela Gótica

“El Castillo de Otranto” (1764) de Horace Walpole: Es la historia de Manfredo, quien repudia a su esposa y pretende hacer suya a la prometida de su hijo (el cual sufrió un terrible y ridículo accidente en el patio del castillo). La novela se continúa con una sucesión de lides amorosas y apariciones y concluye con una boda feliz y Manfredo recluido en un monasterio, arrepintiéndose de sus pecados. En un primer momento, esta novela se publicó como una traducción de un manuscrito antiguo, pero ante el relativo éxito de su obra, Walpole confesó su autoría. La novela es mediocre y poco convincente, criticada por su sensacionalismo y cualidades melodramáticas. De todas maneras asentó los elementos fundamentales del género gótico: viejos castillos, apariciones fantasmales, bosques umbríos, etc. Walpole había creado unos personajes y un escenario que en manos más diestras darían lugar a grandes historias.

Anne Radcliffe fue quizás la mejor escritora gótica, cuyo talento rozó la genialidad. Escribió alrededor de seis novelas, entre las que se destacó “Udolfo” (1794). En esta historia, Emily, una joven francesa, es llevada a un castillo en los Apeninos luego de la muerte de sus padres, para vivir con su tía y su nuevo esposo, dueño del castillo.

En “El Monje” (1796) de Matthew Gregory Lewis, el autor agrega al terror matices violentos, por lo que esta obra fue censurada en su momento. El personaje principal es un perverso monje español, Ambrosio, que se entrega a las acciones más inicuas tentado por un demonio en forma de mujer. Es atrapado por la Inquisición y vende su alma al Diablo para evitar al verdugo, sin saber que el jurado lo perdonará al día siguiente. La satánica burla, termina con Ambrosio hundiéndose en la condena eterna.

“Melmoth, el errabundo” (1820) de Charles Robert Maturín es una obra de gran valor, calificada por otros importantes autores. Un caballero irlandés consigue prolongar su vida vendiendo su alma. Sólo puede escapar a este trato consiguiendo que alguien ocupe su lugar.

El Vampiro y la Novela Gótica: 

La primera historia de vampiros surge de la pluma del doctor John William Polidori, amigo (y suspuesto amante) de Lord Byron, en la misma noche de 1813 que vería nacer al Dr. Frankenstein y su monstruo. Lord Byron, Polidori, Percy Shelley y su flamante esposa, Mary, recluidos por una tormenta en Villa Diodati (Ginebra, Suiza) pasan la noche leyendo historias de fantasmas y propusieron escribir sus propias historias. Sòlo Polidori y Mary Shelley llevaron a cabo el desafío.

“El vampiro” (1819) de John Polidori reforma la imagen del vampiro, alejándola del no-muerto de apariencia cadavérica de las leyendas europeas. Lord Ruthven es un bebedor de sangre que se pasea por los círculos más selectos. Otros autores siguieron este ejemplo y convirtieron a el vampiro en la firgura más representativa del gótico.

“Varney, el vampiro o festín de sangre” (1847) de Thomas Preskett es una muy buena historia, mal escrita. Inaugura la saga del vampiro especializado en la seducción de cándidas y bellas jovencitas, dándole un tono morboso al tema. Pero falla a la hora de caracterizar la personalidad de Varney, un ser que no se hace ningún planteo filosófico sobre su existencia.

En 1872 se publica “Carmilla” de Joseph Sheridan Le Fanu, importantísima fuente de inspiración para el Drácula de Stoker. Es una novela corta de muy buena calidad en la que se tocan temas un poco dedicados para la época, como la amistad femenina (y el lesbianismo), la soledad, el deseo sexual y la avidez de sangre, de una manera tan sutil que no resulta chocante para el lector.

“Drácula” (1897, Bram Stoker) representa el epitafio del gótico ortodoxo. Inspirada en la figura histórica del sanguinario príncipe Vlad Teppes de Valaquia (Transilvania, Rumania) que gobernó esa región entre 1448 y 1476. Fue calificada como una novela victoriana de aventuras con marcados elementos góticos: hombres jovenes y heroicos, jovenes bellas y virtuosas en peligro y un villano adecuadamente malvado. Su trama imita a un romance caballeresco en la que Jonathan Harker y sus compañeros serían el grupo de caballeros y Van Helsing una suerte de mago Merlín.
Es una novela visionaria que analiza factores de la mente que no estamos acostumbrados a tratar, ya que afecta a nuestra comprensión. Son estos puntos también los que captaron la atención del público.

El Romanticismo

A fines del siglo XVIII surge esta corriente literaria como reacción ante el neoclasismo, una filosofía que intentaba imponer el orden y las normas de la antigüedad greco-romana. El Romanticismo se reveló en contra de este orden, proclamando que los sentimientos eran más importantes que la razón. Se caracterizó por la libre expresión de la sensibilidad, la preponderacia de la imaginación sobre el análisis crítico, el individualismo y la exaltación dela naturaleza y de los impulsos del espíritu libre.

Dentro de esta corriente artística podemos ubicar a “Frankenstein o el Moderno Prometeo” (1818) de Mary Wollstonecraft Shelley. Mary, de tan sólo 20 años, se basó en una pasadilla de su infancia en la que un “estudiante de ciencias impías” creaba un ser viviente con partes de cadáveres. Agregó a su sueño los datos que recientemente habías sido descubiertos en relación al galvanismo y la capacidad de reanimar partes de cadáveres mediante la utilización de electricidad y nació así la que probablemente sería la primera novela de Ciencia Ficción.

Prometeo es un titán de la mitología clásica que crea a los hombres a partir del barro, introduciendo en la humanidad el fuego del Sol. De esta manera, el hombre trata de imitar a los dioses, usurpando los poderes divinos de la creación. Pero, aunque somos lo bastante inteligentes como para utilizar este poder, no somos lo suficientemente astutos como para controlarlo. Crear un ser humano artificial es el sueño más claro de la humanidad en relación con los poderes de Dios, sueño que hoy en día está representado por la creación de robots y androides.

Frankenstein es un científico suizo que pretendía crear un hombre mediante la galvanización de tejidos muertos. Una vez que lo logra, espantado ante el horror de su creación, lo rechaza y el monstruo destruye a toda su familia y allegados. La historia marca una fuerte analogía con la Creación: Dios crea a la humanidad pero no puede contolarla.

El Horror Arquetípico

Howard Phillip Lovecraft, un hombre enfermizo y misántropo de Nueva Inglaterra, marcaría una nueva revolución en la literatura de terror. Crea su propia mitología, con un panteón regido por criaturas ciclópeas sumergidas en una muerte-sueño milenaria, esperando volver a este mundo cuando algún hombre recite las invocaciones arcanas. También creo una bibliografía verosímil, la cual sustentaba sus mitos y era citada minuciosamente en varias de sus obras. Aclaración: el “Necronomicón” de Abdul Al Azrhed NO EXISTE.

Los dioses de Lovecraft simbolizan arquetipos poderosos que pueblan el inconsciente colectivo de la humanidad y yacen reprimidos esperando la oportunidad para avasallar la conciencia y dominar nuestros actos.

En torno a Lovecraft, se formó un círculo de escritores con los que compartía esta mitología. Después de la muerte de su mentor, cada uno de ellos tomó su propio camino, optando por formas más convencionales de terror. Elos fueron Robert Bloch (“Psicosis”), August Derleth (el máximo continuador de los Mitos de Cthulhu), Howar (“Conan, el bárbaro”), etc. Lovecraft nunca tuvo la capacidad narrativa de Poe pero dio forma al horror numinoso o cósmico, influenciando al resto de la literatura oscura del siglo, incluyendo a Borges y King.

Panorama Actual

La cultura del Best-Seller ha llevado a que la mayoría de la literatura actual sea de contenido explícito y fácilmente digerible. Autores como Stephen King, Dean Koontz, Anne Rice, Peter Straub y Clive Barker, son técnicamente correctos pero muy prefabricados.

Stephen King ha mancado las claves de la novela de terror actual. Coloca a personajes ordinarios enfrentados a experiencias extraordinarias, lo cual consigue una fácil identificación con el público.

Clive Barker abandona toda sutileza para recrearse en las víscersa y la mutilación. Su estilo muy similar al gore cinematográfico no hace más que poner de manifiesto la decadencia y corrupción humanas.

Fuemte

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