2. Ubik de Philip K. Dick. El “no va más”, al menos para mí, de la obra de este gran escritor. Una nota que escribí sobre ella se puede leer aquí.
3. Soy leyenda de Richard Matheson. Olvídense, otra vez, de la(s) película(s): el libro es una “explicación científica” de una figura clásica de la literatura de horror, pero sobre todo una gran parábola sobre el “otro”, el ser ajeno a nosotros que nos define (o en el que podemos convertirnos).
4. El hombre invisible de H. G. Wells. El monstruo más extraño de todos, y a la vez uno de los iconos más perdurables que Wells dio (y fueron muchos) a la cultura occidental. Las versiones posteriores, las parodias y las reducciones del personaje original han terminado tan lejos de él que leerlo es descubrirlo.
5. Estación de tránsito de Clifford D. Simak. Un libro sentimental, dulce (si la palabra es permisible): la versión optimista de Solaris y a la vez un retrato curioso del ideal de la vida en un tiempo y un lugar precisos (el entorno rural del medio oeste de los Estados Unidos, que se abre sin guerra ni sufrimiento a numerosos visitantes extraterrestres).
6. Dune de Frank Herbert. No recomiendo de ninguna manera los volúmenes que Herbert y otros han escrito después de éste, y que lo han vuelto el primero de una serie interminable, aburrida y con un tufo fascista muy vergonzoso. Pero, ah, ese primer libro: una gran novela de aventuras e intrigas, ambientada en un mundo imaginado minuciosamente a partir de especulaciones simultáneas sobre cultura, ecología, política…
7. Matadero 5 de Kurt Vonnegut. Al contar la historia de Billy Pilgrim, un hombre cualquiera que vive ajeno al tiempo y percibe simultáneamente toda su vida (y su muerte, Vonnegut se las arregla para contar al mismo tiempo varias historias trágicas y reflexionar sobre la libertad, el destino y la naturaleza de los seres humanos.
8. La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin. Una historia provocadora acerca del amor y los sexos, y también un viaje por un mundo extraño y cuidadosamente trabajado: una obra maestra de una gran escritora, sin más adjetivos.
9. “El mundo del río” de Philip José Farmer; los dos primeros volúmenes son extraordinarios (A vuestros cuerpos dispersos y El fabuloso barco fluvial) y la trama general que une a todos es fascinante: toda la humanidad, desde el primer cavernícola al último burócrata, reunida tras la muerte en un mismo mundo, para que revele lo mejor o lo peor de su naturaleza.
10. La carretera de Cormac McCarthy. El nombre de McCarthy en esta lista puede sonar raro, pero este libro suyo es una de esas visiones apocalípticas que se han vuelto el pan de cada día de la ciencia ficción actual…, y una de las mejores que se han escrito nunca, de las más descarnadas y profundas, de las más hermosas. Libros como éste son la prueba de que un escritor puede simplemente escribir lo que desea sin pensar de entrada en qué etiquetas va a ponerle, y al hacerlo puede lograr que su trabajo resuene con los lectores de las maneras más inesperadas.
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