«Unos años después, en un remolcador en el golfo de México,
Joe Coughlin tenía los pies metidos en un cubo de cemento. Doce pistoleros
esperaban a internarse suficientemente en el mar para arrojarlo por la borda,
mientras el escuchaba el ruido del motor y observaba la espuma blanca del agua
en la quilla.»
Así comienza esta novela, para volver rápidamente al año
1926 en Boston, donde un joven, Joe Coughlin, hijo de un prestigioso capitán de la policía de la
ciudad, está avanzando en su carrera delictiva, aquella que comenzó a los trece
años quemando kioscos de periódicos.
Joe pronto descubre que la vida "durante el
día" no tiene nada que ofrecerle y se dedica a dar unos cuantos golpes que
le permitan conseguir dinero fácil. Pero las cosas no salen como había planeado
y Joe se ve obligado a pasar dos años en la cárcel, de donde saldrá con fuerzas
renovadas y un gran aprendizaje a sus espaldas, con los que se dirige a Florida
a ocuparse del mercado del ron.
Joe Coughlin no está siguiendo precisamente los pasos de su
padre. Empezó con pequeños hurtos, pero ya ha dado el salto a crímenes de más
envergadura. Su ascendente carrera en el mundo de los gangsters en plena
Prohibición lo llevará del Boston de la Edad del Jazz al barrio latino de Tampa
y las calles de Cuba. Y en su camino se cruzará una mujer, Emma Gould, que
cambiará para siempre su vida.
Vivir de noche es una historia que trata de la mafia, sí,
pero de muchas otras cosas que llenan las páginas de una atmósfera intrigante,
de cine en blanco y negro, en plena época de la Ley Seca, con gansters, rubias
peligrosas, garitos y destilerías clandestinas, alcohol de contrabando, atracos
y tiroteos en las calles, asesinatos y policías comprados, y hasta el ku klus
klan. También es una historia que habla de amor, de traición, de lealtad, de
amistad, de redención, de venganza. Todo ello narrado de forma impecable, con naturalidad,
precisión y maestría, sin que la historia decaiga o aburra en ningún momento.
Es una novela negra, pura y dura, sin dudas a la hora de
clasificarla. Y sin embargo, muy
original porque huye del maniqueísmo, de buenos y de malos. Porque las
diferencias entre los considerados buenos y malos, legales o carne de presidio,
sólo son meras etiquetas y conveniencias sociales:
«Tu te tragas todo eso de que el mundo hay buena gente y
mala gente. Un prestamista le parte la pierna a un tío porque no paga sus
deudas, y un banquero le quita la casa a alguien por el mismo motivo, pero tú
crees que son diferentes, como si el banquero se limitara a hacer su trabajo y
el prestamista fuese un criminal. Yo prefiero al prestamista porque no intenta
parecer otra cosa, y creo que el banquero debería ocupar mi sitio entre rejas.»
(Página 181)
Vivir de noche es una
novela con mucha acción, pues ambientada en la época de la ley seca, con
constantes guerras por la supervivencia y el control de las ciudades, no podía
ser de otra manera. Joe es un personaje de muchos matices, a veces honesto y a veces brutal, capaz de lo mejor y de lo peor, y el acierto del autor es presentarlo de forma que nos resulte no sólo creíble sino, por qué no decirlo, simpático y cercano.
Y no podía faltar como en toda novela negra que se precie,
una mujer fatal, que será la que determine el destino de Joe, un amor que saca
a flote el ansia de la vida, aunque sólo sea por llevar a cabo una venganza,
que le permitirá sobrevivir en un mundo difícil, donde la traición de los
amigos es el pan nuestro de cada día, donde lo único seguro es la corrupción de
la policía y los políticos.
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