sábado, 3 de diciembre de 2016

2666 de Roberto Bolaños


Es una novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) publicada en el año 2004. Consta de cinco partes que el autor, por razones económicas, planeó publicar como cinco libros independientes para asegurar así, en caso de fallecimiento, el futuro de sus hijos. No obstante, tras su muerte, los herederos ponderaron el valor literario y decidieron editarla como una única novela.
Gran parte de la acción de las cinco partes transcurre en la ciudad ficticia de Santa Teresa, que se ha identificado con Ciudad Juárez.
La primera parte se titula La parte de los críticos, y los personajes principales son el francés Jean-Claude Pelletier, el italiano Piero Morini, el español Manuel Espinoza y la inglesa Liz Norton, profesores de literatura que se embarcan en la búsqueda del escritor alemán Benno von Archimboldi.
Archimboldi era un escritor prácticamente desconocido, pero que empieza a adquirir notoriedad, llegando incluso los rumores a considerarle favorito para ganar el Premio Nobel de Literatura, si bien los detalles acerca de su vida son totalmente desconocidos. Los profesores se conocen y se hacen amigos a raíz de coincidir en varios congresos acerca de literatura alemana, en los cuales se pone de manifiesto que sus posturas sobre la obra de Archimboldi coinciden. La relación entre ellos comienza a hacerse más íntima, siendo frecuentes las llamadas telefónicas o las visitas de un país a otro para encontrarse, lo que conduce a que Liz Norton mantenga relaciones sexuales con Pelletier y Espinoza. El francés y el español deciden mantener su buena relación a pesar de acostarse ambos con Norton y esperar a que ella se decida por uno de los dos.
Durante un seminario en la ciudad de Toulouse, conocen a un mexicano, Rodolfo Alatorre, quien afirma que un amigo suyo de México D.F. había conocido a Archimboldi hace poco tiempo. Al parecer, el escritor había estado en la capital mexicana, y de allí iba a coger un avión hacia Hermosillo, para luego dirigirse a Santa Teresa. Consideran que la información puede ser de fiar y deciden viajar a México para encontrar al escritor, con la excepción de Morini, que rehúsa desplazarse debido a su estado delicado de salud (padece esclerosis y se desplaza en silla de ruedas).
Cuando Norton, Espinoza y Pelletier llegan a su destino, les recibe el rector de la Universidad de Santa Teresa, y les pone en contacto con el profesor chileno Óscar Amalfitano. Este de primeras no les causa buena impresión, pero al conocer que ellos han traducido una obra de Archimboldi su opinión cambia. Junto con Amalfitano emprenden infructuosamente la búsqueda del alemán.
Una de las noches, en el hotel donde se alojaban, Espinoza, Pelletier y Norton practican un trío; después de esa experiencia no vuelven a mantener relaciones sexuales, y en Norton empieza a operarse un cambio, empezando a adoptar una actitud más introvertida, hasta que decide volver a Londres, dejando solos al francés y al español. Estos empiezan paulatinamente a perder la esperanza de encontrar a Archimboldi, comenzando Espinoza una relación con una joven vendedora de alfombras llamada Rebeca, y quedándose Pelletier en el hotel releyendo las obras del autor que buscan. Uno de los días les cuentan que en Santa Teresa se están produciendo asesinatos de mujeres, contándose las víctimas en más de doscientas.
Al final del relato reciben un correo electrónico de Norton, donde les cuenta que finalmente se ha dado cuenta de que a quién ella ama es a Morini, con el que empieza una relación. Pelletier y Espinoza permanecen en Santa Teresa con dos certezas: la certeza de que no van a encontrar a Archimboldi y la certeza de que este se encuentra en Santa Teresa o en los alrededores.
En La parte de Amalfitano el personaje principal es Óscar Amalfitano, un profesor chileno que se trasladó a Santa Teresa desde Barcelona junto con su hija para dar clases en la universidad de dicha ciudad.
Amalfitano vivió en Argentina, Francia, España, donde estuvo casado con una mujer llamada Lola y fruto de esa relación tiene a su hija, Rosa; Lola les abandonó a los dos años de nacer Rosa, con el pretexto de ir a visitar a su poeta favorito, que estaba ingresado en el manicomio de Mondragón. Pasados unos años regresa para hacerles una visita, y le cuenta a Óscar antes de volver a irse que tiene un hijo en Francia y que ha contraído sida. Poco después de ese suceso, acepta un puesto de profesor en la ciudad de Santa Teresa y se traslada allí con su hija.
Una vez relatada la vida de Amalfitano antes de llegar a México, la novela se centra en su vida cotidiana y se puede apreciar lo cerca que se encuentra el profesor de la locura. Un ejemplo es como cuelga un libro de geometría escrito por Rafael Dieste de un tendedero en el patio de su casa, con el objetivo de que el volumen aprendiera «cuatro cosas de la vida real». También empieza a dibujar polígonos escribiendo en sus vértices nombres de filósofos y a oír voces dentro de su cabeza que el chileno identifica con su padre y con su abuelo.
En La parte de Fate, un periodista estadounidense, Quincy Williams, cuyo apodo es Fate, debido al fallecimiento de un compañero se desplaza a Santa Teresa a cubrir la noticia de un combate de boxeo. Escribe en una publicación de Harlem dirigida a gente de raza negra que trata sobre temas políticosociales. Al llegar a la ciudad, conoce a un periodista, Chucho Flores, que le informa sobre los asesinatos de mujeres cometidos. Al enterarse de estos sucesos, Fate se pone en contacto con su revista con la intención de que le dejaran cubrir las noticias de los feminicidios, obteniendo una negativa. En ese momento conoce a Guadalupe, una periodista que está cubriendo los asesinatos y que, al igual que él, está sustituyendo a un compañero fallecido, en este caso asesinado. Guadalupe tiene intención de entrevistar al sospechoso de los asesinatos, un norteamericano que se encuentra en la cárcel.
Cuando llega el día del combate, Fate asiste a la velada y allí Chucho Flores le presenta a Rosa, la hija de Óscar Amalfitano. Una vez finalizado el boxeo, Fate, Rosa, Chucho y unos amigos se van juntos, pero una escena violenta presenciada por el neoyorquino hace que huya junto con Rosa. Acaban en casa de Óscar Amalfitano y este, temeroso de lo que le pueda suceder a su hija, le da dinero a Fate para que la saque del país. Antes de abandonar México, el periodista junto con Rosa y Guadalupe se disponen a entrevistar al sospechoso de los asesinatos. Cuando se encuentran cara a cara con él, les llama la atención la gran estatura del preso.
La cuarta parte se titula La parte de los crímenes y describe los asesinatos de mujeres acontecidos en la ciudad de Santa Teresa, junto con las investigaciones que se llevan a cabo y que normalmente no arrojan ningún resultado.
Bolaño describe los asesinatos que se han cometido entre enero de 1993 y diciembre de 1997, empezando por la aparición del cadáver de Esperanza Gómez Saldaña. De cada víctima que aparece se describe la edad, la estatura, el oficio, la ropa que llevaba puesta, el nombre y la causa de la muerte. Si bien muchos asesinatos se ajustan a un mismo patrón, hay otros que son totalmente distintos y al menos uno de ellos resulta ser un suicidio.
Entre las descripciones de los crímenes se intercalan otras historias paralelas. Una de ellas es la investigación que lleva a cabo sobre el caso el policía Juan de Dios Martínez y su relación con Elvira Campos, la directora de manicomio de Santa Teresa. Sus pesquisas incluyen la búsqueda de un profanador de iglesias descontrolado que a veces mata. Otra historia es la de Klaus Haas, que después de las investigaciones llevadas a cabo por el agente Epifanio es considerado el autor de los asesinatos de Santa Teresa, por lo que ingresa en prisión. Desde la cárcel, Haas convoca varias ruedas de prensa en las que afirma que el culpable de los asesinatos es Daniel Uribe, miembro de una familia adinerada.
Otras historias dentro de esta parte de la novela son la de una adivina que interviene en un programa de televisión para pedir que se resuelvan los casos o la de una diputada del PRI que después de la desaparición de una amiga suya le encarga a un periodista que investigue el caso.
La novela finaliza con La parte de Archimboldi, donde se narra la vida del escritor Benno von Archimboldi, y los intentos de su hermana para sacar al hijo de esta de la prisión de Santa Teresa. Comienza relatando cómo se casan los padres del escritor; un soldado cojo que combatió en la Primera Guerra Mundial y una mujer tuerta de su pueblo. Tienen dos hijos: el mayor, Archimboldi, cuyo nombre real es Hans Reiter y la pequeña, Lotte Reiter.
Cuando Hans es pequeño sus profesores le declaran incompetente para los estudios, por lo que empieza a trabajar como sirviente en la casa de campo de un barón. Desempeñando su labor allí conoce a la hija de este y a su sobrino (Hugo Halder), que está enamorado de ella. En el año 1936 el barón cierra su residencia, lo que motiva que Hans tenga que trasladarse para encontrar trabajo. Recala en Berlín y encuentra allí a Hugo Halder, que le introduce en su grupo de amistades y le encuentra trabajo.
En 1939 le reclutan en el ejército alemán para combatir durante la Segunda Guerra Mundial. Su regimiento se dirige a Polonia, combatiendo en las proximidades de Kutno. La envergadura de Archimboldi le convierte en un blanco fácil para los soldados polacos, pero el alemán transmite algo que sus superiores no saben explicar que impide que ninguna bala le acierte. La tropa avanza hacia Normandía y luego se dirige a Rumanía. En un castillo de ese país, fortaleza medieval de Transilvania que asumen que fue el de Vlad Tepes —Drácula—, se vuelve a encontrar a la hija del barón, la baronesa Von Zumpe. La noche del encuentro, Archimboldi, junto con otro soldado, accede a un pasadizo de la fortaleza desde donde se puede observar el dormitorio de la baronesa. Desde allí ven como mantiene relaciones sexuales con un militar rumano, el general Entrescu, llamándoles la atención el gran tamaño de su pene.
Durante un permiso intenta infructuosamente encontrar a Hugo Halder, pero en su lugar conoce a Ingeborg Bauer, una muchacha perturbada que reside con su familia en la antigua casa de Hugo. Después destinan a Archimboldi a la Unión Soviética y resulta herido cerca de Sebastopol. Le destinan a Ucrania para que se recupere de sus heridas y allí encuentra un manuscrito escondido en la chimenea de la casa donde vive.
Se trata del relato autobiográfico de Boris Abramovich Ansky, un judío que después de alistarse en el Ejército Rojo se establece en Moscú y decide dedicarse a la literatura. En ella se habla de un escritor de ciencia-ficción amigo de Ansky, Ivanov, que es condenado a muerte por Stalin debido a sus últimas obras, aunque en realidad fue Ansky el que las escribió. La narración de Ansky termina con la invasión de Polonia por el ejército nazi. En el manuscrito se menciona a un pintor italiano, Archimboldo, cuyo nombre se acabará convirtiendo en el seudónimo de Reiter.
Al poco las tropas alemanas comienzan la retirada. Cuando esto se produce, Reiter se encuentra el cadáver del general Entrescu crucificado. Finalmente se entrega al ejército norteamericano, permaneciendo retenido en un campo de prisioneros. Cuando es liberado, se traslada a la ciudad de Colonia y se reencuentra con Ingeborg, convirtiéndose en pareja.
Archimboldi consigue una máquina de escribir y comienza a crear su primera novela, adoptando como seudónimo el primer nombre que le viene a la cabeza, Benno von Archimboldi, consiguiendo que un editor, Bubis, que casualmente es marido de la baronesa Von Zumpe, le publique la obra y las restantes que escribe. Debido al estado de salud de Ingeborg, la pareja viaja por Europa con el fin de que ella se restablezca, pero finalmente fallece. Archimboldi empieza a residir en Venecia siendo ya un escritor de cierto éxito, y recibe ocasionalmente visitas de la baronesa Von Zumpe, con quien mantiene relaciones sexuales. Llegados a este punto empieza la narración de Lotte, la hermana de Archimboldi.
En esta parte se narra las vivencias de Lotte. Se cuenta como desde pequeña sentía veneración por su hermano mayor, Hans, del que deja de tener noticias durante la guerra. Pasan los años y Lotte se casa con un mecánico, Werner, con quien tiene un hijo, Klaus Haas. Cuando Klaus crece resulta ser un joven conflictivo y acaba emigrando a los Estados Unidos. Al poco de llegar allí sus padres dejan de tener noticias de él. A los años, Lotte enviuda y en 1995 recibe un telegrama que le comunica que su hijo Klaus se encuentra preso en Santa Teresa, acusado de los asesinatos de mujeres. Lotte decide viajar a México para ver a su hijo y hacerse cargo de los gastos de la defensa. Pasan los años, y parece que el caso de su hijo se estanca, alternando Lotte estancias en México y en Alemania. En el año 2000, cuando va a volver a viajar a México compra una novela en el aeropuerto, El rey de la selva, escrita por Benno von Archimboldi, y se da cuenta de que el libro narra historias de su niñez y que la única persona que podría haber escrito algo así era su hermano Hans. Se pone en contacto con la editora que publica las obras de Archimboldi, la baronesa Von Zumpe, y le cuenta la historia de cómo su hijo está encarcelado. La baronesa le pide su dirección en Alemania y se despide de ella.
Cuando Lotte regresa a su país recibe la visita de su hermano. Después de hablar varias horas, Archimboldi comienza los preparativos para viajar a México para encargarse del caso de su sobrino.

viernes, 2 de diciembre de 2016

El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon


El arco iris de gravedad fe fue publicada en 1973. Novela compleja, larga, inclasificable, obscena, incomprensible, fascinante e inspiradora a partes iguales. Presenta un amplio elenco de personajes. Su argumento es absurdo, con mil ramificaciones de temas varios. Se ambienta principalmente en Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial y se centra en el diseño, la producción y el lanzamiento del cohete V-2 por el ejército alemán, y, en particular, la búsqueda de un misterioso aparato llamado el "Schwarzgerät" ("aparato negro") que se instalará en un cohete con el número de serie "00000".
La mayor parte de la novela se desarrolla en Londres o en Europa en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y en las semanas que siguieron inmediatamente a la capitulación de Alemania el ocho de mayo de 1945.
El punto de partida es engañosamente tonto y hasta vulgar: el militar estadounidense Tyron Slothrop trabaja para la inteligencia aliada en Londres y experimenta –como consecuencia de un entrenamiento pavloviano– súbitas y precisas erecciones cada vez que se avecina el zumbido mortal de las bombas V-2 nazis desde los cielos de la Segunda Guerra Mundial. Este curioso “don” convierte a Slothorp en botín codiciado por todos los bandos y transforma su vida en una demencial saga.
Unos meses antes de que los misiles alemanes secretos V-2 comiencen a caer sobre Londres, la inteligencia británica descubre un mapa de la ciudad indicando las conquistas sexuales del Teniente Tyrone Slothrop, de la Armada de Estados Unidos, y que corresponde exactamente con un mapa mostrando el impacto de las bombas V-2. Las implicaciones de este descubrimiento lanzarán a Sothrop en una impresionante aventura a través de la Europa en guerra, en busca del misterioso Cohete 00000.
Tyrone Slothrop de niño fue sometido a experimentos pavlovianos por el profesor de Harvard Laszlo Jamf, un loco científico alemán que ahora trabaja para los nazis. Laszlo inventó el Imipolex G, un nuevo plástico útil en el aislamiento de los cohetes, y condicionó las partes pudendas de Tyrone para que respondieran a la presencia de ese nuevo plástico.
Laszlo Jamf, inventor del aislante para bombas, condicionó los genitales de Tyrone para que se excitaran ante la presencia del Imipolex G. Así, el protagonista sufrirá, en su etapa adulta, recurrentes erecciones involuntarias a consecuencia de los agónicos e invariables bombardeos que se ciernen sobre la Inglaterra de 1944. Su conducta inusual comienza a levantar numerosas sospechas en el paranoico ejército norteamericano. Nuestro protagonista no puede evitar sentir la presencia del Imipolex en las bombas, y sus superiores militares, convencidos de que Tyrone oculta un secreto determinante, deciden investigarlo insaciablemente.
En una Alemania devastada por la guerra, Tyrone Slothrop se enfrenta a legiones de extraños enemigos, de los que tendrá que huir haciendo cabriolas. Se convierte en una especie de ser mitológico (Rocketman) que aparece y desaparece y va teniendo encuentros de lo más variopintos. Es enviado a Europa, con propósito apenas conocido, manipulado y guiado por manos invisibles para adentrarse en el corazón de Alemania y localizar el misterioso Schwarzgerät ("aparato negro"), y por ende, el cohete con número de serie 00000.
El reparto de personajes es digno de una película de los Hermanos Marx: incluye a un pulpo amaestrado y a Francisco Squalidozzi, un bizarro argentino que teoriza sobre Borges, los descamisados de Perón, submarinos del Reich en las orillas de Mar del Plata, “el gran poeta Leopoldo Lugones” y Rosas. Squalidozzi es un lobbysta argentino cuyo amigo de desventuras es Felipe con quien intenta robar un submarino. Lo remarcable es la descripción del peronismo de los años ’40, que mezcla con el Perón de la fecha en que fue escrito el libro (1973).
La novela se divide en cuatro partes asimétricas. La primera, “Más allá del punto cero” trata sobre un grupo de “paranormales” reunidos en Londres bajo una sección especial de los Aliados conocida como “La Visitación Blanca”, en la que se delinean algunos personajes importantes. Atravesado por una multitud de departamentos con siglas estrafalarias, allí se presentan Pointsman, el jefe del servicio; Mexico, un matemático estadista; Katje Borgesius, una agente holandesa y el protagonista principal, el teniente norteamericano Tyrone Slothrop, cuya principal cualidad es sufrir una erección cuando un cohete V-2 explota en las inmediaciones. Personajes trashumantes y funambulescos abundan en este entorno, en el que se discute acerca de los reflejos condicionados de Pavlov, entre otros.
En su segunda parte, “Un Perm’ au Casino Hermann Goering”, Slothrop goza de un permiso de licencia del que disfruta en el sur de Francia. Pero lo destacable es que tiene una misión: hallar una pista que conduzca a un cohete desarrollado por los alemanes, con el nombre de A-4. Vigilado de cerca por quienes también van detrás de él, Slothrop debe sortear una serie de celadas con que intentan atraparlo, para seguir el derrotero de esa maravilla de la técnica. Ésta lo dirige hacia la zona de ocupación. Aquí también aparecen Tchitcherine, un traficante ruso, y su opositor y discípulo, Enzian, ambos partícipes del desarrollo del cohete, como también un técnico alemán Van Göll –apodado “Der Springer” (el caballo), dada su afición al ajedrez-.
Ya desde el título, “En la Zona”, la tercera parte –la más voluminosa- nos indica el lugar en que se desencadenan los hechos. Es en esta región de dominio aliado, casi a las puertas de la rendición alemana, –en la que se trafican botines de guerra, informaciones y despojos varios- en la que más se detiene el relato y donde se expresa la mayor crudeza del final de la guerra. Es también en la que se van relacionando las historias personales de los personajes principales en pos de la trama, manteniendo el mismo objetivo de alcanzar el misterioso y venerado cohete.
Finalmente, en “La fuerza contraria”, se halla un grupúsculo –la Comunidad del Cohete- cuya misión es ensamblar las partes y hacerlo volar. Aquí todo se resume en un Nosotros contra un Ellos imaginario. Pero la línea que separa a ambos opuestos no está nada definida, como tampoco lo está el futuro del elenco protagonista.
El autor introduce cientos de personajes sin aparente orden –de hecho, el protagonista desaparece bastante antes de que termine la novela–, y ese desorden se hace extensivo al desarrollo de la acción, que mezcla perspectivas, puntos de vista, tiempos verbales y demás.
Todos personajes que andan en una espiral de locura que ya forma parte de ellos, de la que no podrán librarse jamás, sólo aceptarla y sumarse a la fiesta de la paranoia al ritmo de alguna de las centenares de canciones que incluye Pynchon en sus páginas.
Este libro es el mayor y mejor ensayo sobre la locura jamás realizado, sobre el efecto de la guerra en las personas, víctimas y verdugos, inocentes y criminales, magistralmente retratado en la incertidumbre de esa Londres cuyos habitantes viven su día a día desquiciados, sabiendo que sólo oirán la bomba cuando ya sea demasiado tarde, cuando ya haya caído, con los cambios que eso provoca en su psicología, en su sexualidad, en cada aspecto que los moldea como seres humanos.
Adentrarse en El arco íris de la gravedad es escarbar en lo peor del ser humano, es entender por qué ocurrió lo que ocurrió durante aquellos años, cosa que centenares de miles de libros fracasan a la hora de explicar. Todo el libro resulta una gran parodia, una sátira, una burla descarnada a la versión oficial y televisiva de lo sucedido en la última gran Guerra del siglo XX y, por exacción, a todo enfrentamiento armado entre pueblos.
Su autor, Thomas Pynchon, es todo un misterio: no concede entrevistas y hace décadas que no se tiene una foto suya, por lo que su aspecto es desconocido.

La broma infinita de David Forster Wallace


Apareció el 1º de febrero de 1996. Tiene más de mil páginas. Está ambientada en un futuro en el que las grandes corporaciones patrocinan y dan nombre a los años. La narración está repleta de pies de página (388, para ser exactos), las cuales son un pequeño libro en sí mismo.
En esa sociedad futurista el calendario está regido por marcas comerciales, los cambios políticos han llevado a instaurar un totalitarismo ecológico y los grupos terroristas campan a sus anchas. Contiene diálogos divertidos e ingeniosos y consideraciones filosóficas diversas sobre la vida y el arte.
Su acción transcurre en un centro de rehabilitación para adictos a las drogas y en una academia de tenis de élite: la Academia de tenis Enfield, fundada por la familia Incandenza, y el centro de rehabilitación de drogas Ennet House.
La trama gira alrededor de un tenista adolescente, brillante tanto en sus estudios como en la práctica deportiva, perfil que encaja sin problemas en la figura del propio Wallace. Cuenta la caída de un grupo de personajes masculinos (los hermanos Incandenza, algo jodidos ya de por sí por un padre que estaba como una cabra, aunque no se sabe muy bien por qué demonios estaba tan mal de la olla y Don Gately (el tenista) en diversas adicciones y su progresivo hundimiento en unos Estados Unidos que excepto por unos pocos detalles accesorios se pueden identificar totalmente con los actuales.
A esto se suman dos agentes secretos canadienses, que -ubicados en el desierto de Arizona- buscan una película que se distribuye clandestinamente en videocasete. Esa película se llama, justamente, La broma infinita, y es literalmente mortal. Nadie la ha visto porque cualquiera que la ve se queda tan hipnotizado que no puede hacer nada salvo mirarla y termina por morir delante del televisor.
Por medio de un lenguaje en estado permanente de incandescencia, la novela lleva a cabo una sátira despiadada de nuestro tiempo, a la vez que un conmovedor escrutinio de la soledad del individuo en medio de una realidad que es mediatizada por los emporios televisivos y la tecnología.
Es absurda y a la vez realista. Trata enormes temas —como el agotamiento de la imaginación en una cultura bombardeada por incesantes entretenimientos vacuos, o las gigantescas dificultades de salir de la adicción — pero al mismo tiempo, es una novela cómica. La broma infinita es una apoteósica exhibición de la capacidad para conectar significados, palabras e informaciones.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Lolita de Vladimir Navokov


"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas, mi pecado, mi alma", es la primera invocación del narrador Humbert Humbert, quien en su oscura infancia europea se enamoró impúdica y frenéticamente de una niña de su edad llamada Annabel, que muere de tifus cuatro meses después de haberla conocido.
Desde entonces Humbert desea niñas, o a nínfulas, (según el término acuñado por él), ninguna curva madura le incita, ninguna mujer con carácter de mujer y cuerpo de mujer le atrae. Es incapaz de desear cualquier figura que se aleje de la silueta fina, juvenil, fresca e imberbe de su primer amor.
Ya adulto y convertido en un europeo refinado, brillante y atractivo viaja a una ciudad de Nueva Inglaterra, Ramsdale, para ocupar un puesto de profesor. Una vez allí se hospeda en casa de una voluptuosa viuda, Charlotte Haze, que ve en Humbert la materialización de todas sus fantasías provincianas. Pero Humbert oculta su herida envenenada: el recuerdo del frustrado amor de su adolescencia.
En la casa está también Lolita, la hija de Charlotte, que resulta ser su sueño hecho realidad. En aquél lugar elegido de un pueblo sureño Humbert tiene que enfrentar el acoso de la viuda y, especialmente, las artes de seducción de Lolita, cuya atracción lo envuelve en el paroxismo del deseo y lo sumerge en una vorágine lujuriosa. Humbert, entonces, concibe un plan maestro: se casará con su madre para poder estar siempre cerca del objeto de sus afectos: la alegre adolescente, la irresistible nínfula de nombre encantador, lírico y melodioso: Lolita.
Charlotte (madre de Lolita) al revisar el cuarto de Humbert encuentra su diario con confesiones escritas sobre su indiferencia hacia el matrimonio y su apasionada lujuria por la niña. Charlotte Haze planea dejar la casa junto con su hija a quién mandará a un internado y fuera del alcance de Humbert. Escribe tres cartas para organizar algunos negocios antes de su partida y en su prisa enloquecida por mandar las cartas, es atropellada por un auto y muere.
La muerte de la madre en el accidente, deja libre el camino a las andanzas de estos amantes, cuyos pasos son seguidos de cerca por un extraño personaje. Difícil establecer quién es víctima y verdugo, posiblemente la mayor pregunta a la que nos aboque el autor. Humbert sucumbe a su vez a la picardía de Lolita que intuye el deseo que despierta, y se complace en él haciendo gala de un mordiente y certero coqueteo, sin intuir las consecuencias.
El viudo Humbert, entonces, comienza a viajar a lo largo de los Estados Unidos, de motel en motel junto con Lolita, con quien mantiene ahora una relación sexual. Esta relación termina cuando un adulto rival, Clare Quilty, convence a Lolita de dejar a Humbert y escapar con él.
En los años siguientes, Humbert tiene lo que probablemente sea su primera aventura amorosa 'normal', con una alcohólica llamada Rita. Pero este periodo termina súbitamente cuando Humbert es contactado por la ahora joven de 17 años, Lolita, que necesita dinero. Humbert la rastrea y la encuentra casada y visiblemente embarazada. Hubiera intentado matar al marido pero se da cuenta de que no es el individuo con quien Lo había estado saliendo durante sus viajes en el pasado.
Persuade a Lolita para que le diga el nombre del rival que se la había llevado y le da 4000 dólares, para que ella y su esposo se vayan a Alaska. Humbert se da cuenta de que a pesar de que ha dejado de ser una ninfula, todavía la desea, de hecho se ha enamorado realmente de ella, pero Lolita no lo ama a él. Al darse cuenta de esto, rastrea a Quilty y lo mata.
Humbert muere en prisión con trombosis coronaria después de dictar la historia a su abogado. Más tarde, "Lo" muere en Alaska cuando está dando a luz un hijo, que también muere.
La gran pregunta y la gran incitación de Lolita es ¿quién seduce a quién, quién es la marioneta y quién tira de los hilos? ¿El enfebrecido y delicuescente Humbert Humbert, profesor y traductor, que imagina y persigue su objeto de deseo hasta obtener una satisfacción mecánica que no hace sino aumentar su desequilibrio, o la ninfa que parece crecer desde una ingenuidad preconsciente y perturbadora hasta un influjo que se vale astutamente de su supuesta inocencia para manipular a su aparente conquistador?.

sábado, 29 de octubre de 2016

En el camino de Jack Kerouac


"En el camino" fue la biblia y el manifiesto de la generación beat. En esta novela se narran los viajes enloquecidos, a bordo de Cadillacs prestados y Dodges desvencijados de Dean Moriarty y el narrador Sal Paradise, recorriendo el continente, de Nueva York a Nueva Orleans, Ciudad de México, San Francisco, Chicago y regreso a Nueva York.
Sal Paradise es un joven escritor que vive tranquilamente en con su tía en Nueva York al que le empieza a aburrir su ciudad y necesita vivir nuevas experiencias. Es un personaje bohemio que se deja llevar por los demás.
Dean Moriarty es un joven con una vida difícil, incapaz de comprometerse con nada ni nadie, lo único que le interesa es viajar y vivir la vida al máximo llevado por sus impulsos, por ejemplo, por su adicción a robar autos para después dejarlos tirados solo por el placer de salir a dar vueltas o de hablar horas y horas sobre un simple detalle.
Dean era hijo de un borracho miserable, uno de los mas vagos de la calle Larimer. A los seis años solía comparecer ante el juez para pedirle que pusiera en libertad a su padre. Solía mendigar en las callejas y entregaba el dinero a su padre, que esperaba entre botellas rotas con algún viejo amigote.
Luego, cuando Dean creció, empezó a frecuentar los billares de Glenarm y fue a parar a un reformatorio. Desde los once a los diecisiete años pasó la mayor parte del tiempo en reformatorios. Su especialidad era el robo de coches; luego acechaba a las chicas a la salida de los colegios, y se las llevaba a las montañas, se las volteaba y volvía a dormir a cualquier cuartucho de un hotel de mala muerte.
Los demás personajes que van apareciendo son de la misma esencia: jóvenes impulsados por la edad a buscar nuevas experiencias. Es el comienzo de la generación beat, un grupo que antecedió a los Hippies.
La lista de los "héroes menores" es interminable: Chad King, Carlo Marx, Marylou, Bull Lee, Elmer Hassel, Jane, Roy Johnson, Ed Dunkel, Remi Boncoeur, Lee Ann, Montana Slim, Mississippi Gene. Este grupo manifiesta un afán indescriptible por vivir, considerado lo único sagrado, lo cual significa vivir al máximo. La vida para ellos tiene como sustancia la conciencia obnubilada de la muerte cercana. Se vive intensamente como si se estuviera muriendo.
Sal conoce a Dean, a través de un amigo, al que Dean escribía desde un reformatorio, para que le ayudara a culturizarse y le enseñase lo que sabía. Chad se lo cuenta a Sal para que este, al ser un escritor, ayude a Dean.
Después de que se conocen, Dean aparece un día en casa de la tía de Sal en Nueva York, Sal se queda extrañado al ver que Dean quiere aprender a escribir y por eso lo busca. Aun a sabiendas de que Dean se estaba aprovechando de él, no podía pedirle que se marchara porque necesitaba las aventuras que cada día le daba: salidas nocturnas, alcohol, drogas, mujeres, una vida que siempre había querido probar pero nunca se había atrevido.
Dean más tarde se casa con una chica a la que trata mal, y acaban separándose y discutiendo, de donde sale una denuncia falsa sobre Dean que hace que tenga que escaparse para que no lo detenga la policía.
El primer viaje de Sal es a Denver donde también habían viajado sus amigos incluido Dean. Para llegar allí Sal hace autoestop, y en el transcurso del viaje se encuentra con muchas personas distintas. Cuando llega se encuentra con sus amigos y pasa varias noches en casa de Chad y después vuelve a casa.
Su siguiente viaje es a San Francisco donde siguen sus aventuras nocturnas. Después de estar en San Francisco, conocen a una chica, lo cual le lleva a viajar a México.
Dean aparece en Virginia en las navidades del siguiente año donde se encuentra Sal, allí Dean causa una mala impresión en la familia de Sal. Sal y Dean viajan a Nueva York para llevar unos muebles del hermano y luego vuelven a por la tía de Sal.
Después de pasar unos meses en Nueva York vuelven a San Francisco parando unos días en Nueva Orleans y después de una temporada en San Francisco Sal vuelve a Nueva York.
En su siguiente viaje vuelve a Denver pero no encuentra a ninguno de sus amigos y decide seguir hasta San Francisco donde encuentra a Dean destrozado por sus salidas nocturnas. Después de estar allí vuelven a Denver, y pasando por Detroit llegan a Nueva York.
“En el camino” quiere decir más o menos lo siguiente: dejarse quemar por la locura, por los viajes, por las drogas. Esta vida es para pocos, para aquellos que ya están destinados al desajuste y al desenfreno, a la ruptura de las fronteras entre ciudades, estados y también países. Lo importante no es el llegar, sino el viaje en sí: el estar "en el camino".
Es una forma de vida que desconoce lo convencional, los amores eternos quedan atrás, la estructura familiar de los beats está destrozada. Quienes andan en el camino son hijos de drogadictos, de prostitutas, de alcohólicos o de vagabundos.
Andar de camino es ganarse la vida, el alimento y lo necesario para el próximo viaje. La desolación de ir por la carretera, en un camión, se hace presente como síntoma de una generación que no tiene otro lugar a dónde ir; no hay nada por hacer: una carrera universitaria no asegura nada, un negocio no es para ellos, pues su vida está destinada al camino, ya sea haciendo autostop en las diferentes carreteras (las Rutas 6 y 66) o en trenes de carga de las líneas Missouri Pacific, Great Northern o Rock Island.
De cierta manera, la novela no muestra tajantemente el dolor que subyace en la piel, en la búsqueda de algo incesantemente, en la conciencia desgarrada de no poder encontrar algo. Por esto, el beat siempre va hacia delante, el dolor lo impulsa a no detenerse.
Para ellos sólo hay hogares temporales en cuartos de hoteles desvencijados. La sed vital insatisfecha, la búsqueda de horizontes de sentido, de dicha y de conocimiento y los atisbos místicos se estrellan contra una realidad inhóspita y desesperanzada.
El último viaje de Dean es a Nueva York donde va en busca de unos papeles para divorciarse de su actual mujer a la que abandonó poco después de casarse. Mientras que Sal sienta la cabeza.
Jack Kerouac escribió este himno definitivo de la generación beat en solo 3 semanas en un departamento de la calle 20 oeste en Manhattan, en el año 1951.

Sin Blanca en París y Londres de George Orwell


Orwell llega a París con el poco dinero que tiene de dar clases de inglés particulares que, por un motivo u otro, llegan a su fin demasiado pronto. Va cambiando de lugar de hospedaje, se ve obligado a empeñar su ropa, y pasa varios días sin comer. Por suerte encuentra trabajo en un restaurante de un hotel en la calle Rivoli – una de las calles más conocidas, y donde hay los mejores hoteles, de París – y más tarde en un pequeño restaurante regentado por unos imigrantes rusos. Este es el primer contacto que tiene el autor con la miseria, con un trabajo que podría considerarse una esclavitud.
En ambos casos Orwell – o Eric Blair, su verdadero nombre – trabaja de plongeur, uno de los empleos de menor rango en la hostelería, dedicando gran parte de su tiempo lavando platos y, básicamente, hacer cualquier cosa que le manden. Así que tenemos dos visiones muy distintas, desde un prestigioso hotel y desde un pequeño restaurante que justo acaba de abrir. En todo caso, las condiciones de vida son muy precarias, él llega a trabajar diecisiete horas diarias, entre seis y siete días por semana. Y, cuando tiene un día libre, lo único que se ve capaz de hacer es emborracharse. En sus noches en los bistro conoce personajes bastante curiosos, y cuenta sus historias, y algunas ponen los pelos de punta.
Pero él no es el único, miles y miles de personas seguían esa misma rutina en su época, y el autor bien lo hace notar. Además reflexiona sobre las consecuencias de tal trabajo sobre el ser humano, como lo rebaja a una bestia, como le hace incapaz de desarrollar cualquier tipo de pensamiento que no sea ejecutar mecánicamente las órdenes. También se cuestiona la verdadera utilidad – para la sociedad – de trabajos así, por qué siguen persistiendo, etc.
Tras una larga temporada en París vuelve a Londres ya que un amigo suyo le ha prometido un empleo. Pero al llegar descubre que no podrá empezar a trabajar hasta dentro de unas seis semanas, por lo que vuelve a estar sin un penique. Entonces se convierte en un vagabundo, errando por distintas pensiones, o incluso en las 'spikes'. Se trata de un lugar al que acude la gente pobre sin medios para sustentarse – de hecho, un requisito para entrar es no tener dinero en los bolsillos –, se les da cobijo y un poco de pan por una noche – literalmente, están encerrados allí – y luego les dejan salir con algún vale o algún otro trozo de pan, y no pueden volver en un mes. Además, ¿sabian que en Inglaterra estaba prohibido mendigar? ¿y que se penaba con una condena de siete a catorce días de cárcel?
Por estos lares nos lleva Orwell, describiendo lo que a él le ocurrió, las historias que le contaban, los vagabundos que encontraba o con quiénes entablaba amistad, y creo que muchas veces suavizaba los términos de su relato. Pero en todo caso, en su prosa no encontrarán metáforas ni ningún tipo de embellecimientos, escribe de una forma muy austera y muy directa. Sus vivencias durante estas semanas también le dan pie para muchas reflexiones respecto al estado de las leyes sobre la pobreza en su país, cuán injustas son y lo poco que hacen para solucionar realmente el problema. También ataca los prejuicios de la sociedad de su época sobre los vagabundos, los mendigos, y la gente que no puede ganarse la vida.
«Vale la pena decir algo sobre la posición social de los mendigos, porque cuando los has tratado y has visto que son seres humanos normales y corrientes, es inevitable que te llame la atención la curiosa actitud que la sociedad adopta respecto a todos ellos. A lo que parece, la gente cree que hay una diferencia esencial entre los mendigos y los hombres "que trabajan". Son una raza aparte, marginados, como los delincuentes y las prostitutas. Los trabajadores "trabajan", los mendigos no "trabajan"; son parásitos, son inútiles, por naturaleza. Se da por supuesto que un mendigo no se "gana" la vida igual que un albañil o un crítico literario se "ganan" la suya. Es una simple excrecencia social, tolerada porque vivimos en una era humana, pero esencialmente despreciable.
»Ahora, si nos fijamos bien se ve que no hay ninguna diferencia esencial entre los medios de vida de un mendigo y los de un montón de gente respetable. Los mendigos no trabajan, se dice; pero, entonces, ¿qué es trabajar? Un peón trabaja haciendo servir el pico. Un contable trabaja sumando cifras. Un mendigo trabaja estando en la calle llueva o nieve, víctima de las varices, contrayendo bronquitis crónicas, etc. Es un oficio como cualquier otro; completamente inútil, claro, pero muchos oficios reputados también son completamente inútiles.
Además, como tipo social un mendigo es muy comparable al resto de la gente. Es honesto comparado con los vendedores de la mayoría de especialidades médicas, altruista comparado con el propietario de cualquier semanario, amable comparado con un vendedor de productos a plazos; en resumen, un parásito, pero un parásito bastante inofensivo. Casi nunca saca de la comunidad otra cosa que los medios ralos para subsistir y, cosa que según nuestro código ético lo tendría que justificar, lo paga con creces a través del sufrimiento. No creo que un mendigo tenga nada de especial que lo tenga que situar en una clase diferente del resto de personas, nada que dé derecho a la mayoría de hombres de hoy en día a despreciarlo.
»Entonces surge la pregunta: ¿por qué se desprecia a los mendigos? (ya que es evidente que se los desprecia universalmente). Creo que es por la simple razón de que no consiguen ganarse bien la vida. En la práctica a nadie le importa si un trabajo es útil o inútil, productivo o parasitario; la única cosa que se exige es que sea rentable. Detrás de todo lo que se habla hoy día sobre energía, eficiencia, servicio social, etcétera, ¿qué hay sino la idea de "ganar dinero, ganarlo legalmente y ganar mucho"? El dinero se ha convertido en la gran prueba de la virtud. Los mendigos no superan esta prueba, y por tanto se los desprecia.»
Las últimas palabras de este libro son quizá un primer paso que dar en cambiar nuestra forma de pensar. Aplíquenlas al vecino y al extraño, al compatriota y al extranjero:
«De todas maneras, puedo apuntar una o dos cosas que sin duda he aprendido después de vivir sin blanca. No volveré a pensar jamás que todos los vagabundos son un hatajo de borrachos facinerosos, ni esperaré que ningún mendigo se sienta agradecido cuando le dé un penique, ni tampoco me sorprenderá la falta de energía de un hombre que no tiene trabajo, ni me inscribiré en el Ejército de Salvación, ni empeñaré la ropa, ni rechazaré un folleto de propaganda, ni comeré a gusto en un restaurante de lujo. Por algo se empieza.»
Orwell narra en primera persona su propia experiencia con la miseria:
“El primer contacto con la pobreza resulta curioso. Has pensado mucho en ella, la has temido toda la vida y sabías que acabarías enfrentándote a ella tarde o temprano; pero resulta ser total y prosaicamente diferente de lo que imaginabas“.
Durante ese tiempo, el autor se tropieza con un sinfín de personajes en su misma situación, que dan pie a historias repletas de humor, surrealismo y ternura.
“Los barrios bajos de París son un imán para los excéntricos: gente que ha caído en uno de esos surcos solitarios y medio desquiciados de la vida y ha renunciado a ser decente o normal. La pobreza los libera de los patrones normales de comportamiento, igual que el dinero libera a la gente del trabajo“.
Las casas de huéspedes son el lugar idóneo para cruzarse con este tipo de personas. Allí podemos encontrarnos con un búlgaro, que “confeccionaba zapatos de fantasía para el mercado estadounidense. De seis a doce de la mañana se sentaba en la cama y cosía una docena de zapatos, el resto del día asistía a clases en la Sorbona“, o con una mujer que convivía con su hijo, un artista. Mientras la devota madre “trabajaba dieciséis horas al día, zurciendo calcetines a veinticinco céntimos el calcetín, el hijo, bien vestido, haraganeaba en los cafés de Montparnasse“.
Los bistrós son asimismo un lugar frecuentado por personajes como R, un inglés que vivía seis meses del año en Inglaterra con sus padres y los seis restantes en Francia: “Cuando estaba en Francia bebía cuatro litros de vino al día, y seis litros los sábados; una vez había viajado hasta las Azores, porque allí el vino era más barato que en ningún otro lugar de Europa“, o Jules, el rumano, que tenía un ojo de cristal y se negaba a admitirlo.
Por las calles de Londres podía admirarse la obra de Bozo, un pintor callejero, que “hablaba de un modo extraño, una especie de cockney lúcido y expresivo. Era como si hubiese leído buenos libros, pero no se hubiera molestado en perfeccionar su gramática“. Dio clases de astronomía al escritor, pues parecía preocupado por su ignorancia al respecto. Era un espíritu libre, que despreciaba a los demás pintores callejeros por parecerle un atajo de borregos ignorantes; y un ateo empedernido “de esos que no es que no crean en Dios, sino que le tienen antipatía personal“.
Entre todo este enjambre de seres excepcionales, emerge su caldo de cultivo: la miseria, así como sus respectivos satélites: el hambre, que “te deja en un estado parecido a la convalecencia de una gripe, como si no tuvieras nervios ni cerebro, como si te hubiesen sacado la sangre y la hubiesen reemplazado por agua tibia“; la mentira: “de pronto, tus ingresos se reducen a seis francos al día. Pero, por supuesto, no osas admitirlo: tienes que fingir que sigues como siempre“; la falta de sueño y la explotación laboral: “diecisiete horas y media casi sin descanso. Hasta las cinco de la tarde no teníamos tiempo de sentarnos un rato, e incluso entonces el único sitio disponible era el cubo de la basura“.
El texto se vuelve más oscuro en Londres, como si la niebla propia del lugar hubiese devorado la luz, la esperanza, la libertad. Su situación entonces es todavía peor, ya que ni siquiera tiene trabajo, viéndose abocado a la trashumancia de los vagabundos: de albergue en albergue, caminando durante horas para lograr un par de rebanadas con margarina con té, como única comida del día, y dormir en la cama dura y helada de una celda; o en una sala llena de cientos de vagabundos, en la que es imposible pegar ojo durante más de una hora, pues muchos de ellos padecen de tos crónica y de incontinencia, lo que los obliga a levantarse una y otra vez; o incluso en el Ataúd, que cuesta cuatro peniques la noche por dormir en “una caja de madera, tapado con una lona alquitranada“.
"Hay otra sensación que constituye un gran consuelo en la pobreza. Creo que cualquiera que haya pasado apuros económicos la habrá experimentado. Es una sensación de alivio, casi placentera, al saber que por fin estás sin blanca. Has hablado tantas veces de la posibilidad de acabar en el arroyo y resulta que ya estás en él y puedes soportarlo. Eso te quita muchas preocupaciones"

La revolución es un sueño eterno de Andrés Rivera


El libro entero trabaja sobre la siguiente paradoja: Juan José Castelli, el orador de la revolución, muere enfermo por un cáncer de lengua, sin poder hablar. La escena en donde casi toda la novela transcurre la constituye el juicio que el entonces gobierno de Buenos Aires le hace a Castelli, acusado de múltiples e igualmente ridículos delitos. El vocero de la revolución, el enviado por la primera junta a la campaña al Alto Perú, es juzgado por el mismo proyecto que había ayudado a construir.
Toda la novela recorre esta contradicción, la que hace que los revolucionarios carezcan de revolución, la que tiende a condenar y marginar a los patriotas más radicales. En este mismo sentido el personaje de Castelli recuerda a Mariano Moreno, muerto en circunstancias más que dudosas en alta mar; entabla diálogos constantes con su primo Belgrano, abandonado por el gobierno porteño, y comparte ajedreces con Monteagudo, asesinado varios años después en Lima.
Castelli, enfermo y sometido a un juicio que nunca concluirá, se pregunta qué juró aquel 25 de mayo en el cabildo abierto. Se pregunta qué les faltó para que la realidad venciera a la utopía, qué es lo que hizo que la revolución tal como la habían concebido fuera más parecida a un sueño eterno que a una realidad concreta.
El revolucionario Juan José Castelli, después de darle a la causa criolla los argumentos para derrotar a los españoles en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 y tras una dura campaña al frente del Ejército del Norte, es desplazado del poder y muere, solo y empobrecido. Andrés Rivera imagina unos textos desgarrados y escépticos que Castelli escribe en cuadernos privados e intercalando otras voces y una narración lúcida y precisa, el autor arroja una nueva mirada sobre la historia.

En la carretera (El rollo mecanografiado original) de Jack Kerouac


El Sal Paradise de todas las ediciones conocidas de esta novela mítica es aquí, al fin, Jack Kerouac. Y Dean Moriarty es Neal Cassady, y Carlo Marx es Allen Ginsberg, y Bull Lee es William Burroughs. Con la publicación del rollo original, la gesta viajera y existencial de En la carretera se vuelve autobiográfica de pleno derecho y a plena luz del día, sin censura alguna. Y el relato adquiere toda su potencia narrativa.
En él la obra original se libera de la poda editorial a que ha sido sometida hasta hoy y recupera su colosal envergadura. Seguimos a Kerouac y a Neal Cassady -el gran buscón, el «santo», el pecador contumaz y pletórico de carisma que roba protagonismo al autor en este viaje iniciático.
El lector siente los anhelos, la desolación, el éxtasis, el alcohol, la hierba, el sexo, el jazz, la época prosaica y adormilada contra la cual gritan; tiene en sus manos una suerte de manifiesto de la beat generation, que tanta épica ha aportado a la literatura, el cine y la música del mundo occidental contemporáneo.
Los personajes recuperan su nombre real, y sus lances amorosos se vuelven más explícitos. Y ello confiere a la historia un tono más genuinamente autobiográfico, sobre todo en lo que concierne a Neal Cassady y Allen Gingsberg.

jueves, 27 de octubre de 2016

Cosmópolis de Don DeLillo


Eric Packer es un multimillonario de 28 años que realiza una odisea a través de Manhattan para cortarse el pelo. Hizo su fortuna en el mercado de valores. Como en el Ulysses, la acción en Cosmópolis ocurre en un solo día, en este caso “un día de abril del año 2000". Se trata de un día conflictivo, pues el Presidente de la nación visita la ciudad y Manhattan estará especialmente colapsado.
El viaje de Packer se ve dificultado por numerosos atascos de tráfico causados por la visita presidencial y además por una violenta protesta anticapitalista y un funeral masivo por la muerte de una estrella del rap. Su vehículo es una lujosa y espaciosa limusina, equipada con pantallas de televisor y monitores de computadora, a prueba de balas y con pisos de mármol de Carrara.
En este día de abril del 2000, Packer está a punto de entrar en bancarrota, ya que invirtió todo su dinero -y el de los accionistas que confían en él- en una “apuesta” contra el yen japonés que sube sin parar. El protagonista pierde cantidades increíbles de dinero por apostar contra la subida del yen.
A lo largo del camino el protagonista se encuentra casualmente con su esposa en repetidas oportunidades, recibe visitas laborales y tiene encuentros sexuales con otras mujeres. Asimismo, Packer es acechado por dos hombres, "asesino pastelero" y una inestable "amenaza creíble".
Durante el recorrido entrará en contacto con distintas personas. Algunas entrarán en la limusina, como su asesora financiera, a quien encuentra corriendo por el parque al ser su día libre y con quien mantiene “singulares” relaciones sexuales mientras un médico le realiza una exploración prostática.
En otros casos es él quien abandona el vehículo, ya sea para comer con su esposa -poeta y, como él millonaria-, con quien lleva casado veintiún días , aunque todavía no han consumado el matrimonio, o para hacer el amor con antiguas amantes, por supuesto de forma más próxima al sadomasoquismo que al romanticismo. Y desde su insonorizada y blindada limusina observa el mundo: la gente por la calle, los turistas como borregos, los manifestantes protestando, alguien que se suicida quemándose a “lo bonzo”.
El interrogante respecto a Packer que DeLillo plantea en el primer párrafo de la novela, “¿Qué le quedaba en firme?”, se va progresivamente sustanciando en una devastadora respuesta nihilista. Packer ha alcanzado el poder, la riqueza, todo lo que esta sociedad parece señalar como la meta para los verdaderos triunfadores y sin embargo no le queda nada.
Y, efectivamente, Packer, encerrado en un narcisismo de tintes claramente nietzschianos, refleja al individuo preocupado exclusivamente por él mismo, ajeno a cualquier tipo de valor trascendente y viviendo el momento preciso y concreto.
Hace años, por ejemplo, que ni tan siquiera ha cruzado una mirada con quienes trabajan para él ni tan siquiera se había percatado del color de ojos de su mujer. Se trata de un mundo deshumanizado, “posmoderno”, en el más amplio sentido de la palabra.
Packer representa el triunfo de la voluntad personal; no en el sentido de sacrificio o tenacidad, sino en el de poder. El poder absoluto sobre los demás para imponer su propia voluntad. Ese concepto queda recalcado al analizar el motor argumental: un “caprichoso” viaje para cortarse el pelo -como su médico también el peluquero hubiera podido trasladarse a su domicilio o la limusina- en un día especialmente conflictivo por la visita del Presidente, y cuando está a punto de arruinarse él y los inversores que le confiaron su dinero. Packer decide cortarse el pelo y eso es lo único importante; aunque ponga en peligro su propia vida, nada en el mundo se lo impedirá.
El recorrido hacia la peluquería en el vehículo toma la forma de una especie de epopeya en la que cada uno de los obstáculos, cada uno de los encuentros aparentemente casuales reviste algún tipo de simbolismo. El final es obviamente trágico. Si bien Eric Packer es sinónimo de éxito y dinero, también lo es de la insatisfacción, la soledad, el deseo de posesión o la pérdida de identidad que implica tener ambos.
Packer tiene una enorme limousina con paneles de corcho para ahogar el estruendo de Nueva York, tiene un tiburón nadando en un gigantesco acuario en una de las paredes de su tríplex, tiene un bombardero nuclear ruso en un aeropuerto del desierto de Arizona a la espera de los repuestos inconseguibles que lo hagan volar, tiene una mujer poetisa y millonaria con la que no se acuesta, tiene varias amantes con las que sí se acuesta, tiene un par de guardaespaldas que lo adoran (y que le informan acerca de los avances en la investigación de una amenaza contra su vida) y tiene un último día de vida para reflexionar sobre los cómos y los porqués de su existencia privilegiada antes de ser asesinado por uno de sus ex empleados en busca de esa legitimación marca CNN que sólo se consigue con la violencia.

Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos de Ilya Ehrenburg


Novela de humor extremo y rayando el absurdo, que lo satiriza todo: el viejo continente europeo, tan alienado o esquizofrénico que se precipitó, casi sin darse cuenta, en la carnicería de la Primera Guerra Mundial; la utopía de la Revolución bolchevique; la religión y casi todas la convenciones y hábitos sociales.
Considerado el corresponsal de guerra más popular de toda la prensa soviética, Ehrenburg fue un escritor y periodista soviético, de ascendencia judía, que cubrió la mayoría de las guerras. Tras su participación en las revueltas estudiantiles en la Universidad de Moscú de 1905, emigró a París donde inició su carrera como escritor bajo la influencia de Verlaine. En la capital francesa trabó así mismo amistad con Picasso, Apollinaire y Fernand Léger. Corresponsal en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, en 1917 retornó a su país.
Aunque simpatizaba con la revolución bolchevique, no se sentía a gusto en la Unión Soviética, y en 1921 volvió a autoexiliarse. Ese mismo año escribió Julio Jurenito. Corresponsal más tarde en la Guerra Civil española, escribió varias obras que lo reconciliarían con el régimen soviético. A partir de 1950 se convirtió en una destacada personalidad, sobre todo cultural, de la URSS.
Julio Jurenito es un personaje que amalgama en su figura la sabiduría, la ironía y un acusado sentido de lo pintoresco. Personaje sin principios, a pesar de que los defiende apasionadamente, se rodea de una “selecta” tropa de discípulos. Es un maestro, guía, amigo, socio, camarada, mesías, en torno al que, entre otros, se congregan un vagabundo italiano, el propio Ehrenburg, un capitalista cristiano y, sobre todo, el gran Spiridonovich, tolstoiano, histérico e histriónico, a quien alma, culpa y redención no se le caen de la boca.
Las aventuras de esta pandilla a través de una Europa de guerras, revoluciones y entreguerras expresa la admiración y el rechazo hacia la cultura occidental; la reserva y el entusiasmo hacia las revoluciones; y el amor y el odio hacia la naturaleza humana.
Julio Jurenito, mexicano de personalidad desbordante y discurso torrencial, es una suerte de profeta de la destrucción del orden establecido mediante la provocación que recorre, con sus discípulos, la Europa de 1910 a 1920. La ácida mirada de Jurenito resulta demoledora y sus opiniones, sus discursos, no por exagerados, tendenciosos o abiertamente absurdos en ocasiones, mueven menos a la reflexión.